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Rosa María Calaf (Barcelona, 1945) ha dedicado casi por completo su vida profesional al oficio de corresponsal; un oficio en peligro de extinción. Ocupó las corresponsalías de TVE en Nueva York, Viena, Moscú, Buenos Aires, Roma y Pekín. También ejerció como jefa de programación en los inicios de la televisión autonómica catalana (TV3). ‘Jubilada’ tras su salida de TVE en virtud de un ERE que fue muy criticado en su momento, hablamos con Calaf de la sobrecarga de información y la inmediatez, frente a la reflexión, que practican los medios de comunicación generalistas.

¿Cómo lleva su jubilación?
Bueno, de ser periodista es imposible jubilarse; sería como jubilarse de la vida. Lo que he hecho es cerrar una etapa, la de la primera línea de la información, pero he abierto otra en la que puedo ser útil defendiendo un periodismo comprometido, responsable y de calidad. Sobre todo agradezco que se me ofrezca la posibilidad de dar mi opinión con absoluta libertad en diversos foros, espacios y aulas para construir un pensamiento crítico; que la gente se haga preguntas, en definitiva, que es lo importante.

¿Cómo valora la evolución del género informativo en la televisión generalista?
Pues ha evolucionado a peor, sencillamente porque se ha banalizado. Se han banalizado los contenidos y prioriza lo que impacta sobre lo que importa. Es fácil realizar el ejercicio de preguntarse al final del Telediario o de los informativos de otras cadenas si lo que me han contado es realmente lo más importante que ha sucedido hoy en el mundo y si esa información me sirve para formarme una opinión como ciudadano y construir sociedad. Evidentemente, en la mayoría de los casos, la respuesta es negativa. El Telediario debe informar, no entretener.

El ‘infotiment’ o ‘infoentretenimiento’ se ha ido instalando en las escaletas de los informativos de las cadenas…
El ‘infoentretenimiento’ no es información, es un híbrido. Se ha mercantilizado la información y se ha pervertido el género. Por ejemplo, los estrenos de cine que se incluyen en los informativos. Eso es publicidad disfrazada de información cultural, que no debe ocupar espacio en el Telediario porque es un contenido propio de un programa de cine o un magazine.

«Siempre hay que preguntarse qué empresa está detrás de cada medio de comunicación»

¿En qué momento comienza a primar esa parte de negocio sobre la información?
Hace ya años, en EE UU; cuando el capital se dio cuenta de que podía introducirse en los medios de comunicación de masas. El objetivo ya no es informar, sino hacer negocio y, lo que es peor manipular, la información en beneficio de la empresa o empresas que estén detrás de un determinado medio. Es entonces cuando estas grandes corporaciones consideraron que los informativos tenían que entrar en la cuenta de beneficios y aquí se perdió el rumbo. Hablo de la televisión porque es el medio que mejor conozco, pero a nadie se le escapa que es un aspecto que se reproduce en los diferentes medios de comunicación.

La información nunca se debe mercantilizar. No se puede someter a las leyes de la oferta y la demanda, porque entonces deja de responder a los intereses del ciudadano, para responder a los de las grandes corporaciones. En ningún caso esta es la finalidad del periodismo…

Esa mercantilización de la información, ¿no cree que ha conducido a una precarización de la profesión? Por ejemplo, con periodistas de agencias de noticias estatales cobrando por piezas…
Absolutamente. Cuando se precariza, cuando se paga mal a los profesionales, todo eso va en detrimento de la excelencia informativa. Finalmente, el resultado de la información que recibe la opinión pública es de peor calidad. ¿Quién sale perjudicado? El ciudadano, que está peor informado y su derecho a recibir una información de calidad no se respeta.

«Los informativos se han banalizado porque priorizan lo que impacta sobre lo que importa»

Informarse cuesta, ¿pero no le parece que la crisis está despertando un mayor interés por las informaciones de calidad?
Es más fácil consumir productos sencillos, pero así no se construye sociedad. A mayor crisis, es necesario un mejor periodismo. En situaciones convulsas, se hace más necesario estar informado para tomar decisiones. Si el ciudadano no lo está, corre el grave riesgo de equivocarse. Pero sucede que ese ciudadano a veces no se da cuenta que cantidad de información no equivale a calidad. Se pierde en una maraña de informaciones en la red, sin hacer el esfuerzo suficiente de discernir entre toda esa sobrecarga de información que recibimos a diario. Todos deberíamos aprender a manejar una dieta de información sana, para que no nos intoxiquen.

¿Y dónde se informa Rosa María Calaf?
Hay que buscar mucho. Hay que invertir tiempo en informarse, buscar en organismos… Afortunadamente, la tecnología te permite acceder a centros de estudio y medios que realizan su labor de forma independiente. También hay que subrayar que no todos los medios generalistas son iguales, hay algunos más responsables que otros. En cualquier caso, siempre hay que preguntarse QUIÉN está detrás de ese medio, QUIÉN es el dueño, para poder contextualizar la información que nos ofrece.

En este sentido, ¿cómo ve las últimas fusiones de las cadenas de televisión en España?
Me parece un tema preocupante, porque se crean grandes conglomerados cuyo fin no es propiciar, ni facilitar una excelencia informativo al espectador, sino que obedecen solo a intereses económicos y políticos.

«De ser periodista es imposible jubilarse; sería como jubilarse de la vida»

¿Cómo valora el cierre de Canal Nou?
Es un tema interesante, porque se trata del cierre de una televisión en el que se argumenta una priorización económica; ya no es sostenible y ha dejado de servir ideológicamente. Pero en este caso también hay una responsabilidad ciudadana y de los propios periodistas que conformaban la plantilla. Los ciudadanos no protestaron porque se les ofrecía una información sesgada. Es un caso sobre el que deberíamos reflexionar y en el que todos hemos tenido parte de culpa: políticos, ciudadanos, periodistas…

Por último, en el caso de TVE, ¿canon o publicidad?
Yo soy mucho más partidaria del canos, sencillamente porque la publicidad también atenta contra la independencia. Para que un medio, en este caso público, sea independiente y plural, para cumplir con el ciudadano, es necesario que no tenga ningún tipo de presión, ni injerencia vía publicitaria o política.

Eduardo Villanueva /
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