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El 30% de los jóvenes extremeños está ocupado pero con un 60% de contratos temporales y los sueldos más bajos del país.

Quién no ha escuchado alguna vez eso de “el trabajo es salud”. Pues después de la crisis económica que ha azotado España (y medio mundo), este mantra ya no parece ser tan efectivo. Hasta ahora se pensaba que trabajar era siempre más saludable que no hacerlo, pero visto cómo está el mercado laboral, lo mismo ese trabajo no va a resultar saludable, ni siquiera para tu bolsillo.

Tener un trabajo demasiado estresante y mal pagado también puede resultar tan malo (o incluso peor) para la salud mental, que mantenerse en paro. Esto, siempre y cuando, no tomes en consideración ‘perlas’ como la que lanzó la semana pasada el presidente de los empresarios riojanos, Jaime García-Calzada; que pertenece más a la estirpe de los ‘empresaurios’.

Según alega el señor García-Calzada “todos hemos escarmentado: mejor un empleo más barato que no tenerlo”. Y esto lo dijo en una entrevista a un diario regional, y no se puso ni colorado.

Pero, según las estadísticas, esta afirmación del presidente de la FER, que reclama “flexibilidad” a los sindicatos (como si los trabajadores no fuesen ya lo suficientemente flexibles —casi de goma—gracias a las últimas reformas laborales) se ha sedimentado en la sociedad española y la crisis ha conseguido precarizar el empleo, sobre todo para los más jóvenes (los que no han querido, o no han podido, salir de España; se entiende).

Son los más jóvenes (los que recién se incorporan al mercado laboral) los que más sufren las nuevas condiciones laborales de los ‘empresaurios’ y sin rechistar.

La crisis ha puesto de moda muchas palabras. Términos macroeconómicos que eran infrecuentes y que ahora son habituales en las conversaciones: prima de riesgo, déficit, austeridad, preferentes. Pero hay uno del que apenas se habla y es el de la ‘latinoamericanización’ de España, que está directamente relacionado con el modelo de crecimiento que el Gobierno vende a los inversores.

Si construcción y finanzas fueron el paradigma del ‘milagro’ español durante la década pasada, la crisis ha provocado una huida hacia delante del Gobierno para salir del atolladero. Ahora el país busca un modelo que encaje dentro del nuevo contexto económico mundial. Y todavía no lo tiene muy claro, pero todo apunta a la ‘latinoamericanización’ de España; aunque si por Juan Roig fuera (dueño y señor de Mercadona) habría que “trabajar como chinos, para seguir viviendo como españoles”. Es decir, abaratar salarios para ser más competitivos. Algo que ya lleva años produciéndose en el reino de los Borbones.

Los menores de 25 años tienen una tasa de pobreza, según el indicador Arope, que «supera con creces» el 40%

Habría una tercera vía, mucho más Europea, que sería apostar por la modernización de la industria española; es decir, apostar por la europeización de la industria nacional. Pero esto parece ser una medida muy a largo plazo para los lumbreras que gobiernan y los ‘empresaurios’ que manejan el capital.

En este proceso de búsqueda de nuevo modelo (por decir algo) económico, en el que prácticamente se da por perdida la batalla industrial y se confía en el turismo extranjero como fuente de divisas, el trabajador (obrero) es el que se lleva la peor parte; cómo se puede observar en los datos que a continuación vamos a desglosar.

Y si España va mal, pues Extremadura, aun peor…

El 30% de la población joven de Extremadura está ocupada laboralmente pero con un 60% de contratos temporales y los sueldos más bajos de España, por lo que tiene «la peor capacidad adquisitiva del país», en palabras del presidente del Consejo de la Juventud, Enrique Hernández.

Asimismo, el 43% de la población joven está inactiva, en la mayoría de los casos por estudios, y de la población ocupada, un 10% está en situación de subocupación, es decir, «trabajar menos de lo necesario para tener unos ingresos que den para vivir», lo que afecta a un total de 16.000 jóvenes en Extremadura.

Aún así, como dato «positivo», el paro de larga duración en Extremadura en la población joven ha disminuido, ya que ahora hay unas 20.000 personas que llevan «más de un año buscando trabajo», frente a los 30.000 del año 2012.

Son estadísticas que arroja el Observatorio de Emancipación, que edita el Consejo de la Juventud de España, con los datos de los consejos autonómicos que existen en el país, del tercer cuatrimestre de 2014.

Además, el 40% de jóvenes menores de 30 años están, según el indicador Arope sobre exclusión social, en privación material severa, lo que supone una cifra de más de 70.000 jóvenes en la región, un dato «espeluznante», afirma Hernández.

40.000 contratos temporales

Asimismo, de todos los contratos que se produjeron en el cuarto trimestre de 2014, el 96,7% de las nuevas contrataciones efectuadas a personas menores de 30 años fueron de carácter temporal, lo que suponen más de 40.000 contratos temporales, por 1.300 indefinidos. Así, trabajar «no es garantía de salir de la pobreza, ya que el 25% de los jóvenes que trabajan también están en situación de pobreza, unas 13.500 personas, señala Enrique Hernández.

Los menores de 25 años tienen una tasa de pobreza, según el indicador Arope, que «supera con creces» el 40%, y entre los 25 y 29 años, hay una tasa de pobreza del 30%, cifras «muy por encima de la población media adulta». Por lo tanto, «sólo el 20%» de la población juvenil de Extremadura trabaja las suficientes horas para tener ingresos con los que poder vivir. Así, más del 60% de la población joven que trabaja está en situación de temporalidad, lo que supone una cifra de casi 30.000 jóvenes con contrato temporal.

Extremadura, segunda región con la emancipación de jóvenes más baja

La comunidad pierde más de 2.000 jóvenes al año

Extremadura es la segunda región con la emancipación de jóvenes más baja del país, y además «se nota mucho más la diferencia», con otras zonas de España, ya que la población joven está peor que la adulta.

Así, la región es una de las comunidades autónomas «donde más fácil» lo tiene un mayor de 30 para emanciparse, pero «más difícil» para una persona que tenga menos de esa edad, indica Enrique Hernández.

En Extremadura sigue aumentando el saldo, al extranjero o a otra comunidad autónoma, de la salida de jóvenes, ya que cada año salen más jóvenes de los que vienen, por lo que «desde el punto de vista oficial», la región pierde «más de 2.000 jóvenes al año».

Además, el sueldo medio anual de los jóvenes extremeños es de 10.131 euros, es decir, «no se alcanza ni de lejos el concepto de mileurista», y el sueldo medio de la mujer es menor, en torno a 9.820 euros.

Análisis de género

Además, las mujeres en la región se emancipan «mucho más, cobrando menos», y aunque no hay una investigación sociológica que explique este fenómeno, revela que «es una situación de desigualdad» porque además está «aumentando la población estudiantil, fundamentalmente entre hombres».

Además, Extremadura «está a la cabeza» en España en subocupación, es decir, «trabajar menos de lo necesario para tener unos ingresos que den para vivir».

Así, el presidente del CJEx ha indicado que «no se están creando empleos, sino que se están creando contratos», cada vez «más precarios», por lo que «está aumentando la desigualdad porque disminuyen los sueldos».

Desde el CJEx también destacan «el bajo nivel formativo de una parte importante de jóvenes», que afecta después a las condiciones de trabajo.

Sobrecualificación

Además, Hernández asevera que también existe la «realidad de la sobrecualificación», que no es de las más altas de España, pero que afecta a «más de la mitad de las personas jóvenes que trabajan con estudios terminados», lo que supone un total de 20.000 jóvenes en Extremadura, por lo que la región necesita esa cifra de puestos de trabajo con mayor cualificación.

Asimismo, el presidente del CJEx señala que «hay un abuso» de los contratos de prácticas y de formación, ya que «en apenas seis meses» se están duplicando.

Acudir a este tipo de contratos cuando hay más de 30.000 jóvenes en paro con experiencia laboral previa es «un indicativo» de que se están utilizando estos sistemas de contrato para «gente que no está en la necesidad de realizar la formación porque ya la tiene».

Eduardo Villanueva /

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