La magia del iceberg /
VÍCTOR M. JIMÉNEZ

-No está mal -dijo Marisa con una sonrisa cómplice asomando a la comisura de sus labios -, pero me esperaba otra cosa. No sé, después de todo lo que había oído de él, las fotos en las revistas, las películas, las entrevistas en televisión…

-Yo creo que lo tuyo es un poco de envidia -respondió Laura mientras apuraba un café humeante en un vasito de plástico -. No soportas a la gente más joven y guapa que tú.

-No, no es eso -replicó Marisa a la vez que se ajustaba un par de guantes de látex -, pero es que este chico ha roto muchos corazones. No veas, mi hija, sin ir más lejos, tiene la habitación empapelada con sus fotos y, la verdad, creo que no es para tanto. Lo encuentro hasta un poco canijo y demasiado flaco.

Laura sonrió, apuró el café y arrojó el vasito a la papelera. Se colocó la mascarilla y también se puso unos guantes de látex. Encendieron los focos y comenzaron a practicar la autopsia al cadáver del famoso actor.

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