fin_del_verano

Cánover /
CONRADO GÓMEZ

Volvemos a las andadas. Con la resaca efímera de un verano demasiado corto y un invierno que todavía pesa sobre nuestras cabezas. Nos merecemos más. No solo un mes suelto —los afortunados— para resarcirnos de los estreses del curso laboral. Borrón y cuenta nueva. Volvemos cargados de nuevos propósitos, de encomiendas a santos y vírgenes para reformar cuerpo y mente. Lamentamos esa holgazanería tan nuestra, esa capacidad innata que tenemos para posponer decisiones. Y eso, queridos lectores, es también una suerte de arte divino. El poder espacial y temporal para emplazar cada cosa a su momento y no dejarnos atropellar por las urgencias infundadas de los del día a día.

La cuesta de septiembre tiene más de retos profesionales que de desafíos personales. Cuando volvemos del verano nos planteamos cambiar de trabajo, asumir una nueva etapa donde se valore más nuestra capacidad. Nos aborda un sentimiento de superación que nos empuja momentáneamente a dar un paso al frente, y eso implica acabar con lo viejo para dar paso a lo nuevo. Llegar un día a la oficina, mirar al jefe a la cara y espetarle: “mira, me merezco más, a partir de ahora voy a tomar las riendas de mi vida y seré el dueño de mi tiempo”. Pero después, llega el onírico momento y tenemos un informe encima de la mesa para el próximo martes. Decidimos acabar el mes para tomar la decisión y cobrar la última nómina que pondrá fin a la seguridad. Ya puestos, un mes más, y por qué renunciar a la paga extra que tanto nos hemos ganado a lo largo del año. ¡Horror! Estamos ya casi en 2016 y el tiempo se nos ha echado encima. Caen los meses, pasa el invierno, la primavera nos envalentona pero el verano y su nueva paga extra están a la vuelta de la esquina. ¿Sabes qué? Ya me espero a 2017 para echar a volar, que para asumir riesgos tampoco hay que precipitarse.

La cuesta de septiembre tiene más de retos profesionales que de desafíos personales

El mejor consejo para reincorporarse a la rutina laboral es evitar los impulsos de Steve Jobs o Amancio Ortega sin dejarse vencer por el conformismo. ¿Y eso cómo se hace? No perdiendo la esperanza en el cambio. Se puede prosperar siendo coherente con las capacidades y aspiraciones de cada uno. Evolucionar no es siempre sinónimo de autoempleo. Hay gente que trabaja para otros que está encantada de conocerse. Llega a casa y deja los problemas laborales en el umbral de la puerta. Cuidado con las recomendaciones de la administración durante este último tiempo, esas que animan a dar el paso y cumplir los sueños.

Las expectativas y los ciclos de cambio personal. Se mueven como los vaivenes económicos o los períodos de inflación y deflación. Entre lo que tenemos y lo que queremos nos van pasando los años. Entre lo que vivimos y la realidad que nos construimos. Esto huele a brasa de coach. Sorry.

Mi padre siempre decía que tampoco podemos tomarnos la vida demasiado en serio. Ni ella misma lo hace.

 

Artículo anteriorDespedida
Artículo siguienteMaldito niño sirio hijo de puta

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí