Reflexiones de un tenor /
Alonso Torres

Dicen que dijo Mahoma (con la que está cayendo no sé si empezar –sí, la voy a empezar así- una columna con el nombre del fundador de la religión musulmana, ni decir que, jejeje, soy nacido en Barcelona y que considero que la capital de este reyno eggpañó -¿pa cuándo La República?- debería ser dicha ciudad y no Madrid, que junto con La Mesta y Castilla es la culpable estructural de la pobreza en España: Mater Dolorosa), digo, que dicen que dijo Mahoma que el máximo proselitismo es “morir por la religión del otro” (y recuerdo cierta escena de la película “Ghandi” en la que éste le pide a un hindú que había ido a pedirle consejo, que cuide de un niño huérfano musulmán y le eduque en dicha religión; ¿qué había hecho ese hombre?, matar musulmanes); bueno, pues no hay que morir por nada (y sí, supongo, por alguien o algo, como mantiene Dalton Trumbo en su imprescindible, para mí, novela, “Jonnhy cogió su fusil”), y menos, a morir me refiero, por banderas, que al final no son más que trapos de colores.

Me pasé al Rugby, ese deporte de brutos jugado por caballeros

Javier Marías, que es del Madrì, habló en cierto artículo sobre seguir a un equipo o a otro, y recuerdo también unas viñetas de Asterix y Obelix (“El caldero”) en donde en una carrera de cuadrigas, la masa, enfervorecida (como lo están todas), apoya los diferentes colores de los carros en competición. Me ha dejado de gustar el fútbol: A), niñatos enriquecidos tatuados y con pendientes de diamantes que solo saben dar patadas a un balón; sí, ya lo sé, cobran por lo que generan. B), política económica (¿saben que Florentino -huelgan los apellidos, todos sabemos quién es Florentino- es culpable del endeudamiento estructural de España?). y C), ya no es un deporte tan “viril” como al principio, y como mi padre me ponía delante de la tele en B/N para ver los partidos de La Samboyana los domingos por la mañana cuando era un crío, al empezar a tener dos dedos de frente me pasé al Rugby, ese deporte de brutos jugado por caballeros (eeehhhhhh, bueno, como cantaba Mercedes Sosa, “todo cambia”).

Si fuera o fuese seguidor a estas alturas de mi vida de un equipo de fútbol sería culè, del Barça: los colores me gustan; la rauxa me mola; el seny me pone; el Mediterraneo es “mi” mar (aunque no necesite ir al mar para sentirme bien); y Barcelona es La Ciudad (esta en la que habito, Litiogrado, también me pone cachondo, sobre todo por su andabilidad, sus parques –si no los acaban talando-, su zona pedrero-histórica y por los catetos que hablan de otros catetos). He hablado de Mahoma (¡¡¡je suis Charlie Hebdo!!!) y de morir por otros, he nombrado al jodido intelesstuà de Marías, que es del Madrì, y he dicho que sería, de ser seguidor de fútbol, del Barça, pero tiene el corazón razones que la misma razón ignora, y el Atlético de Madrid me emociona. Continuará…

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