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«España es un país muy opaco, donde la cultura de la transparencia no existe»

 

«La Ley de Transparencia otorga un poder importante al ciudadano y debemos ejercerlo, porque es nuestra responsabilidad»

Mar Cabra es una de las periodistas que configuran el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), un organismo que, junto con Le Monde ha desvelado el contenido de la ‘lista Falciani’ en una investigación coordinada. En España, han colaborado El Confidencial y La Sexta, para desvelar los nombres de 106.000 personas físicas y jurídicas residentes en 203 países.

 

¿Qué opinas de la ‘reflexión’ del ministro de Justicia, Rafael Catalá, sobre la posibilidad de sancionar a los medios y periodistas que publiquen filtraciones o endurecer las penas a los funcionarios que filtran las informaciones?

Me parece terrible. Lo que hay que hacer es justo lo contrario: reforzar la protección para esos funcionarios que quieren denunciar problemas en la Administración. La misión de la prensa es alertar de esos problemas que quieren ser silenciados y no se puede sancionar a los medios por eso. Si el Gobierno quiere evitar esas filtraciones, la solución es mayor transparencia. No ocultar y sancionar.

 

En cuestión de datos, ¿España es un país transparente u opaco?

España es un país muy opaco, donde la cultura de la transparencia no existe. España ha sido uno de los últimos países de Europa en aprobar una Ley de Transparencia. Hay países africanos, como Ruanda, que han aprobado una ley de este calibre antes que nosotros. Los españoles no tenemos el chip de la rendición de cuentas que hay que exigir a los políticos.

 

En este sentido, ¿qué papel desempeña la nueva Ley de Transparencia?

Es muy importante que los periodistas y ciudadanos utilicemos la Ley de Transparencia que nos reconoce el derecho a pedir información pública; no solo a que nos cuelguen esa información en una web, sino a que cualquier ciudadano tenga derecho a saber, por ejemplo, con qué contrata funciona el servicio de limpieza de su ciudad y pueda solicitar esa información a la Administración. Esta ley nos da un poder muy grande y debemos ejercerlo porque es nuestra responsabilidad.

 

El periodismo de investigación trabaja siempre con filtraciones, pero ¿qué diferencia estriba entre la investigación y la mera revelación?

La filtración es solo el primer paso. Desde el consorcio realizamos un análisis sistemático de los datos que nos han filtrado, a través de una investigación coordinada, para poder rascar en otras fuentes de datos públicos o documentos. El periodismo de filtración publica lo que ha obtenido tal cual, mientras el periodismo de investigación bucea en los datos filtrados por la fuente, los analiza, los comprueba y los estudia. Si las filtraciones son de fuentes privadas, hay que seguir rascando para saber qué es lo que verdaderamente se encuentra detrás de esa filtración.

 

Sobre todo porque puede haber filtraciones interesadas…

Claro. Todas las filtraciones tienen un interés. La diferencia estriba en cuál es ese interés; puede ser bueno, porque haya un interés de destapar una información para la opinión pública o porque exista un interés de querer dañar a una tercera persona. Por eso es muy importante seguir analizando para saber cuál es la verdadera historia que cuentan esos documentos y si hay detrás una intencionalidad turbia. Un periodista de investigación no puede quedarse con los primeros datos filtrados, sino que tiene que acudir a más fuentes para dibujar una imagen completa.

 

¿Cómo funciona el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación?

Tenemos una pequeña redacción compuesta por 11 personas, distribuidas por Washington, Costa Rica, Venezuela, Nueva York y España y establecemos colaboraciones directas con medios de comunicación y periodistas en países de todo el mundo, para montar una macro redacción de más de 150 profesionales. Es un trabajo en red; algo así como el equivalente del ‘crowdfunding’ en el terreno periodístico. Nos llega un tema, coordinamos esa investigación, realizamos análisis de datos y los periodistas en cada país analizan y descubren aquello que esté relacionado con su territorio.

 

¿El periodismo de investigación cómo se plantea en la era post-Snowden?

Ahora es un momento fascinante para el periodismo. Si uno piensa en el caso de referencia del periodismo de investigación, el caso Watergate, con los periodistas reuniéndose en un garaje con ‘garganta profunda’, eso ya está desapareciendo, en virtud de la filtración electrónica: documentos encriptados a través de un correo, que proceden de cualquier fuente. Gente que cree que el sistema debe cambiar, porque está corrupto. Cualquiera lo puede hacer, el problema que se plantea es que la protección para esos informantes que deciden dar el paso sigue siendo pobre y se juegan demasiado. Por eso, y volviendo al inicio de la conversación, hay que reforzar la protección jurídica de la fuente.

 

Eduardo Villanueva /

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