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De Cáceres de toda la vida /
José María Saponi

Empiezo diciendo que siempre, he sentido un gran respeto por la figura del Obispo, por mi función de Alcalde, tuve la oportunidad de trabajar en tareas comunes, durante los años 1995 a 2007, y conocer en la cercanía a uno de ellos. con motivo de mi permanencia durante doce años en el ayuntamiento de Cáceres desde mayo de 1995, hasta que le nombraron Obispo de Albacete en octubre de 2006. Don Ciriaco Benavente Mateos, que fue Obispo de Coria-Cáceres, desde el 22 de marzo de 1992, hasta el 16 de octubre de 2006 que fue nombrado por el Papa Benedicto XVI Obispo de Albacete, tomando posesión de aquella sede el día 16 de diciembre de 2006.

Dicho esto, recuerdo la primera entrevista con el Obispo Ciriaco, a las puertas de la Iglesia de Santa María, mi primer saludo fue intentar besar su anillo pastoral, -como era costumbre-, cosa que el intentó evitar, no era partidario de ese saludo, en el transcurso de mis primeras palabras para saludarle, naturalmente le hablé de “usted” y él en gesto de cercanía y llaneza me pidió que le tuteara, le dije “don Ciriaco, a mí los Obispos me merecen mucho respeto, a lo que él con la sorna que le caracterizaba dijo” ¡ pues no quiero decirle el respeto que a mí me merecen los Alcaldes”! A partir de entonces entendí a los que lo definían como persona afable y muy cercana a la gente.

El Obispo Ciriaco nació en Malpartida de Plasencia, cursó los estudios eclesiásticos en el Seminario de Plasencia y fue ordenado sacerdote el 4 de junio de 1966. No me permito aquí glosar su tarea eclesiástica ni su gran formación humanística, y cultural, me interesa más decir en lo personal, es un “fuera de serie” y que ha sabido dejar huella, entre nosotros.

Su toma de posesión como Obispo de Albacete se produjo, en la Catedral albaceteña, el día 16 de diciembre de 2006, a cuyo acto tuve el honor de acudir, como Alcalde de la Ciudad de Cáceres. recuerdo que coincidí por primera vez con la actual Secretaria General del Partido Popular, María Dolores de Cospedal, a quien yo aún no conocía personalmente y me pidió que le presentara al Obispo Ciriaco, dado que ella tenía referencias de mi buena amistad con el señor Obispo, cosa que hice.

Buenísima persona, querido de todos los que le han tratado, sencillo, bondadoso, afable, y muy cercano” es lo que dicen de él, quienes han tenido la ocasión de conocerlo y además presumía de su lugar de nacimiento, Malpartida de Plasencia, a cuyos habitantes se les conoce por el gentilicio de «chinatos». La literatura popular refiere el origen de esta denominación, popular para ofrecer una leyenda a dicho gentilicio, basándose en que, en cierto momento histórico, los habitantes de Malpartida, hartos de tener que asistir al culto religioso a Plasencia, se llevaron la imagen del Santo (San Juan Bautista) a su pueblo. Los habitantes de Plasencia, indignados, corrían detrás de ellos, pero éstos les lanzaban piedras grandes (chinarros), y de ahí el nombre.

En la ciudad de Cáceres, el Ayuntamiento acordó poner su nombre a una de sus calles, y que yo recuerde es el primer Obispo nacido en esta tierra, al que le siguió otro de ese querido pueblo de nuestro entorno, Malpartida de Cáceres, don Francisco Cerro Chaves, al que quiero referirme en este modesto homenaje, en un futuro próximo.

 

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