Desde mi ventana /
CARMEN HERAS

Ahora que se acercan las elecciones europeas y todo el mundo tiende a pensar que son algo lejano y sus resultados bastante inalterables, déjenme decirles que, como todo en botica, depende… No comparto esa actitud de quienes se quejan mucho de los políticos o de cualquier otro colectivo, pero jamás hacen nada para intervenir en lugares o asuntos que les conciernen, más allá de la protesta o el desahogo en momentos de cólera.

Hace tiempo que España creyó en ser parte de un proyecto europeo, grande y fuerte, capaz de defender lo más importante de Europa, como es su unión social y económica. No parece haber funcionado enteramente bien, a decir de muchos, pero ello no es óbice para pensar que, defendiéndose, o proyectándose, uno por uno los Estados miembros, tienen más batallas perdidas que ganadas. El mundo es global y las expectativas de los ciudadanos también. Otra cosa es que cada país tenga su propia política e intente conseguir las mayores ventajas para sus intereses. A Extremadura le han venido bien los fondos europeos, sin duda, y hay que agradecerlo.

Europa está dirigida hoy en día por la derecha con criterios claros en cuanto a la política de recortes. La economía manda y el control del déficit también. No estoy en contra de la austeridad, es evidente que es necesaria, pero la exageración de la misma, en cualquier circunstancia, nos ha traído a un  estrangulamiento de la economía, a la abertura de grandes brechas de desigualdad y a conseguir que 125 millones de europeos vivan, en este momento, en el umbral de la pobreza.

Muchos economistas dicen que así no podemos continuar, que es preciso producir crecimiento, flexibilizando los objetivos del déficit y poniendo en marcha una nueva política fiscal que combata el fraude y acabe con los paraísos fiscales. El empleo, ese gran asunto, exige estímulos. Los salarios han de ser dignos. Los derechos ciudadanos deben mantenerse, el Estado de Bienestar también, así como la garantía de la igualdad de oportunidades para todos…

La esperanza en unas condiciones mejores debiera volver

No son palabras huecas o no deben serlo. Seguro que es posible hacer otras cosas distintas a lo que preconizan los que están gobernando la Unión Europea. Cuando se elija un Parlamento Europeo y un Gobierno de la Unión existe la oportunidad de decidir el seguir igual a como hasta ahora o el de cambiar las cosas si una política más preocupada de lo social (aunque no despreocupada de lo económico ) tomara las riendas.

La esperanza en unas condiciones mejores debiera volver. Eso y unas promesas creíbles y sobre todo posibles de hacer realidad. Todos debiéramos aspirar a una Europa más unida y más fuerte, capaz de aprobar normas en el ámbito de la justicia, de la economía, de los derechos y libertades para todos. Que tenga representantes comunes en los organismos internacionales, que combata el fraude y otros «pecados» económicos. Que no castigue a los más débiles. Que redistribuya las cargas.

Porque ya no creemos en algunas cosas. En el año 2013 el objetivo de déficit que depende directamente del Gobierno de España no se ha cumplido; al contrario, ha subido desde los años 2012 y 2011. La deuda ha aumentado 215.000€ por minuto, no siendo los ciudadanos los beneficiarios de la misma, desde luego. ¿Y para esto tantos recortes? -nos preguntamos- ¿Los cincuenta impuestos que han subido, la reducción de la prestaciones por desempleo, los copagos sanitarios y farmacéuticos, la bajada de las becas, los menores recursos en Educación y en Sanidad, etc, etc…  ¿todo ello se ha soportado para que al final tampoco se haya conseguido lo que se preveía en las cuentas ministeriales?

Pues vale ya con la broma, no?

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