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Desde mi ventana /
CARMEN HERAS

Alguien muy cualificado me relató una vez, la habilidad de un venerado político para disertar sobre un tema cualquiera, considerando sus aspectos positivos, y al término darle la vuelta citando sólo sus características negativas, con lo que la opinión podía ser flexible, en una dirección o en la contraria. Eran técnicas usadas en las preparaciones de opositores a oficios, donde debe saberse argumentar (en un sentido u otro) en cuestiones concretas en las que se entremezclen diferentes opciones y caminos. Y conseguir convencer.

Nada nuevo bajo el sol. Los sofistas lo vienen haciendo hace muchos años y han logrado su fama insistiendo sobre ello. Sofistas hay muchos, también en esta época, mas competentes o menos, según el clan, según las circunstancias, según el objetivo. Se les suele identificar, pues una cosa es predicar y otra dar trigo. Aquí o en China.

Siempre les comento a mis alumnos que para la Educación todo está escrito, me refiero evidentemente en sus aspectos fundamentales. Con ella pasa como con la moda, que unas veces se llevan los pantalones «campana» y otras los pantalones «pitillo», pero siempre los pantalones, no se si me comprenden. La «gracia» está en tener el suficiente olfato como para adelantarse y ofrecer al personal lo que en un momento dado puede estar buscando. Y no me digan que moda y educación no son mundos comparables, porque no es verdad, ambos afectan a la vida de la gente. Y de qué modo… Hoy, entre noticias digitales, tropiezo con un editorial impactante: «Finlandia ya no enseñará matemáticas ni historia…». «¿Cómo es ello? -me preguntó- pues tendremos ‘guerra’, el mundo es imposible de explicar sin herramientas…»

Finlandia elige otra forma de estudio para sus escolares, no sobre disciplinas específicas, sino sobre «situaciones» o «eventos»

Leyendo el artículo descubro la exageración de la frase. A pesar de su poca profundidad (es comentario de mera divulgación), lo que viene a decir es que Finlandia elige otra forma de estudio para sus escolares, no sobre disciplinas específicas, sino sobre «situaciones» o «eventos», donde aquellas se interrelacionen.

Pues claro, como en la vida. O ¿qué piensan ustedes que hace el ama de casa (tiremos de tópico) cuando ha de llenar la nevera de alimentos para su familia?. Sopesa el presupuesto disponible, conoce o pregunta el precio de los productos, comprueba su calidad, hace números sobre las cantidades totales necesarias para los miembros de la casa… y si me apuran hasta estima el número de metros cúbicos interiores del electrodoméstico para saber lo que le cabe… Pues anda que no tiene años la resolución del «evento»…

La dificultad educativa en el país nórdico u en otro cualquiera, se encuentra, sin duda, en el diseño, en la planificación, en la priorización de los contenidos acordes con la consecución de unos objetivos, en la evaluación seria y concienzuda de los resultados, del grado de madurez y conocimiento adquiridos por los escolares, de su evolución hacia el mundo adulto.

Dice el artículo que el éxito educativo en Finlandia, referente mundial en el área que nos ocupa, se explica por la alta implicación del profesorado, muy bien formado y remunerado, así como por la buena interactuación de los alumnos entre ellos y con sus maestros. Sin olvidar la práctica de la lectura. El nivel de la misma es alto, las familias acuden de forma cotidiana a las bibliotecas públicas, abiertas con un amplio horario, incluso los días festivos.

Sin querer comparo con la situación española. Y miren ustedes, no es por incordiar, pero aquí ¡somos tan nuestros!. Y si no me creen, díganme algo sobre la ultima proeza del Ministerio de la cosa, consistente en la presentación de un Plan (de momento en círculos restringidos) para sacar a la calle un número de plazas de Becarios, dedicadas a Graduados en las distintas Facultades. Por un módico salario, 600€, los Titulados en Matemáticas podrán dar Matemáticas, los historiadores, Historia…(y así con todas las materias), a nuestros escolares de nivel primario, eso si, después de recibir un curso en las Facultades de Formación del Profesorado, en directa competencia con quienes se preparan durante cuatro años en las mismas.

Oigan, exactamente igual que en Finlandia.

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