Lunes de papel /
EMILIA GUIJARRO
Lápices de todo el mundo se levantaron por el asesinato de los periodistas de CHARLY HEBDOD.
Un recorrido de indignación recorrió el mundo occidental por la libertad expresión. No hubo un país que no expresara su rechazo. La semana pasada, una brutal matanza en Kenia ha segado la vida de 147 estudiantes universitarios, sin otro delito que el de formarse, el contribuir con su conocimientos a la erradicación de los mitos, de la ignorancia. ¿Quién se acuerda ya de las niñas secuestradas en una escuela por Boko Haram hace meses? También ocurrió en Pakistan con Malala, hoy premio Nobel de la Paz, tiroteada por ser niña y estudiante. Estamos ante ataques sistemáticos contra la educación, porque la educación nos hace libres como personas y nos hace grandes como países y eso lo saben los fanáticos.
Este artículo pretende ser un minuto de silencio por los estudiantes masacrados en Kenia. El impacto es brutal en un país en el presupuesto de la nación es tan solo de 1000 millones de euros, donde ni la educación ni la sanidad son gratuitos. En el que solo una parte pequeña de la población tiene acceso a la educación superior y una ínfima parte a la Universidad. Conozco historias de proyectos educativos que llevados a cabo por personas particulares tienen un gran valor porque con su esfuerzo sacan a niños de la miseria. Por eso considero importante el recordatorio de la tragedia de la Universidad de Garissa en Kenia, de todas las tragedias que ocurren en África y en Oriente. El reconocimiento de los mártires que aquí o allá mueren luchando contra los fanatismos.
Todos los países debemos temer a los actos terroristas
Porque es en esas latitudes donde están atacando a los brotes de esperanza, lejos de nuestras fronteras y el fanatismo religioso y el nulo apoyo de los países occidentales están poniéndolos en peligro. Hoy más que nunca no deberíamos olvidarnos de Kenia.
Todos los países debemos temer a los actos terroristas, los que tiene lugar en una sociedad democratizada, pero sobre todo los que suceden en una sociedad que lucha por democratizarse, por sumarse al progreso, porque es ahí donde el miedo acaba con la esperanza.
