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Violencia-machista

Mi ojito derecho /
Clorinda Power

Ya han pasado dos semanas de las elecciones, y si las portadas de los periódicos ya no hablan de Venezuela, quién soy yo para seguir hablando del tema. Así que voy a hablar de Teresa, la última víctima de la violencia machista en España.

Hace unos meses, escuchaba el compromiso que tomaba Carles Francino, presentador de la cadena SER, con las víctimas de la violencia machista. Se comprometió a homenajear a las víctimas dedicando un espacio en su programa a hablar de sus vidas ahora que habían dejado de vivirlas.

Me imagino a Teresa escuchando a Francino desde su casa en Lepe, pensando si la próxima sería ella, pensando si Francino le dedicaría palabras tan bonitas. Y me ha dado miedo. Miedo por ignorar cuántas Teresas escuchan a Francino temiendo ser sus próximas protagonistas.

Los medios de comunicación no se cansan de compartir el número de teléfono contra el maltrato. Bien. Es gratuito y no deja rastro en la factura. Bien. Y pienso en todas esas mujeres que no llaman. Y no porque no vean la tele, no escuchen la radio o no lean los periódicos. Quizá no llamen porque crean que lo suyo no tiene solución, que es cuestión de tiempo que Francino le dedique palabras tan bonitas. O quizá no llamen porque crean que lo suyo no acabará tan mal.

No puedo imaginarme lo que debió sufrir Teresa durante años. Ni yo ni nadie que no haya pasado por lo mismo. Supongo que por eso todavía hay jueces que condenan a las víctimas dejando a sus verdugos en la calle, negándoles la protección, dejándolas solas, pero con un teléfono gratuito que no deja rastro en la factura.

Teresa sabía que su asesino la acabaría matando. Por eso le denunció, por eso tenía una orden de alejamiento, por eso acudió a la policía horas antes de morir. A lo mejor a Teresa, cada vez que escuchaba en los medios el número de teléfono contra el maltrato, se le encogía un poquito más el corazón.

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