ideas

Cánovers /
Conrado Gómez

No sé si a ustedes les pasa lo mismo, pero yo necesito dejar la mente en blanco para que me asalten ideas peregrinas. No me refiero a entrar en una especie de trance. Simplemente me basta con salir de la rutina y aprovechar las oportunidades que nos da la vida para desconectar momentáneamente. Podrán pensar que tal estado no existe, o que eso sólo lo provoca una exposición prolongada a Telecinco. Me basta con un viaje en autobús o tren. Me basta con un par de horas para dejar que la mente campe a sus anchas por el territorio de lo absurdo. Y es ahí donde surgen maravillosas ideas o pensamientos descabellados.

Las oportunidades aparecen cuando libramos la cabeza del alienante día a día. La costumbre es el refugio del conformismo. Las mejores ideas han surgido de estómagos vacíos. Es la evidencia de que la zona de confort nos adormece e impide que llevemos el ingenio hasta las últimas consecuencias. Y es que en esto no hay medias tintas. No hay escala de grises. Lo único que vale es ser maniqueo. O todo o nada.

Las mejores ideas han surgido de estómagos vacíos. Es la evidencia de que la zona de confort nos adormece e impide que llevemos el ingenio hasta las últimas consecuencias

El otro día —no importa exactamente la referencia temporal— mientras estaba en duermevela frente a la televisión, una escena llamó mi atención. El resto del hilo argumental pasó totalmente desapercibido. Creo recordar que era la historia de una mujer que había actuado siempre bajo el criterio de los demás aun a sabiendas de que las decisiones ajenas no procuraban su beneficio. Sabía perfectamente las decisiones que debía tomar pero no lo hacía. Y precisamente durante un sueño recogió el ánimo suficiente para tomar las riendas de su vida. Esto tiene mucho que ver con las ideas y con llevarlas a cabo. Da igual si son un fracaso o un fulgurante éxito. El camino representa la victoria. Todo el mundo necesita sentirse dueño de sus actos, aunque no lo sea. Todos necesitamos sentir que somos lo que previmos años atrás. Y la libertad y los sueños acaban convirtiéndose en lo mismo.

A estas alturas no tengo muy claro cómo acabará la columna. Algunos lo llaman “escritura creativa”, otros “errática”. Qué más da. Es algo muy sano. Ponerse a escribir de todo o de nada. Saltarse la estructura y abordar el pánico al papel en blanco.

¿Qué es una idea? No es más que el tránsito entre el deseo y la realidad. Es el estado liberador que nos permite pensar en clave optimista. Es la forma práctica que tenemos de rebelarnos contra mundo establecido. Por eso admiro a la gente que pone en marcha sus proyectos a pesar de las dificultades, incluso asumiendo que su fantástica idea peregrina naufragará mucho antes de haber zarpado. El mismo hecho de plantearse algo distinto es una demostración de rebeldía.

Artículo anteriorColumna rebelada
Artículo siguienteDejar de fumar

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí