juno

Desde mi ventana /
CARMEN HERAS

Acabo de ver la película «Juno», ese film en el que se resuelve, de una manera determinada, la situación de embarazo de una menor de 16 años. La niña da a luz y entrega, de forma legal, su hijo a una familia (bueno, a la mujer, pues el marido se va), que no puede tenerlos.

La película me ha traído a la memoria, en un momento donde los números indican que en España los abortos han disminuido en el último año, y el sentido común recomienda no «marear» la Ley, el ardid que utilizaron mi padres para enseñarme todo lo referente a la sexualidad en una época donde ellos no sabían cómo hacerlo de forma directa, y los adolescentes solo obteníamos información por amigas o familiares femeninos de forma un tanto desenfocada. Eran los tiempos de las leyes de Mendel con guisantes, explicadas por profesores poco expertos… Y poco más.

Pues bien, en mi caso, a mis 10/11 años de edad, yo tenía muchas preguntas y pocas respuestas. Pero hete aquí, que un día, sobre la mesa del despacho de mi padre, apareció un libro de tapas azules cuyo título me intrigara y que aún recuerdo: «Haciéndote mujer». Era un libro americano, traducido al español, en el que de forma seria, aunque asequible, y con multitud de imágenes, se explicaban las etapas fisiológicas (y psicológicas) en la vida de una mujer, desde lo más elemental, hasta lo más complejo. Desde la preadolescencia a la menopausia, incluyendo transformaciones biológicas, embarazos, partos, etc. Estaba hecho por médicos y psicólogos.

Afortunadamente, hoy en día, en las familias se suele hablar. Y no es «pecado» tratar estos asuntos en la escuela, donde existen horas de clase, específicas para ello

Yo lo leía a hurtadillas, totalmente convencida de que había llegado allí por casualidad y no por un criterio preestablecido. Así me enteré de todo lo fundamental sobre este tema. Tenía su moralina, claro. En aquellos tiempos, a las mujeres «como debían ser», se las «obligaba» a seguir un rol determinado, su función reproductora en un primer nivel de compromiso. Esposas y madres de familia, por supuesto. Y si acaso, después, todo lo demás. Para las súper woman.

Solo andando el tiempo, entendí el por qué del hallazgo. Y el objetivo que buscaba: la prevención, como método, el saber como antídoto de unas malas y, siempre, posibles consecuencias. Nunca lo hablé en casa, mis padres y yo mantuvimos las apariencias, pero, «caigo en ello» ahora, tampoco nunca lo he alejado del todo de mi memoria.

Afortunadamente, hoy en día, en las familias se suele hablar. Y no es «pecado» tratar estos asuntos en la escuela, donde existen horas de clase, específicas para ello. La sociedad es más abierta, menos mojigata. Nadie castiga a una mujer soltera con hijos nacidos fuera de los cauces establecidos, nada mas hay que ver los programas televisivos llenos de chicas y chicos rutilantes anunciando separaciones, uniones, embarazos, partos… Ni a quien aborta, conforme las leyes en vigor y su conciencia. Pero aún así no debiéramos olvidar un precepto básico, que no es otro que el que dicta que para que nuestros adolescentes tengan un criterio suficientemente fundado en estos asuntos, hay que ofrecerles, antes, formación e instrucción sobre ello. Y con tiempo suficiente.

Y todos deberíamos ayudar. Cada cual en su campo. E incluyo ahí…ufff, de todo.

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