Mariano-Rajoy-comparece-y-no-pasa-nada-de-nada

Con ánimo de discrepar /
Víctor Casco

“Es el vecino el que elige al alcalde y es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde”… con esta prosa encendida, este dominio de la lengua castellana, este formular ideas y conceptos de innegable trascendencia se suele despachar nuestro Presidente del Gobierno cada vez que puede, es decir, en aquellas raras ocasiones en que se ve forzado a hablar sin papeles por delante. La Oratoria, es opinión de los clásicos, se demuestra sobre todo en la improvisación.

Manuel Azaña hablaba desde la Tribuna sin mirar un solo folio. Y jalonaba su discurso con citas eruditas, buena literatura y reflexiones profundas sobre el modelo de país, de sociedad y de estado que se quería construir. Eran otros tiempos. Nuestros políticos republicanos de entonces publicaban libros, eran Presidentes del Ateneo de Madrid y aspiraban – en frase de Bartolomé Cossio durante la inauguración de las Misiones Pedagógicas de la II República – a que los españoles “no solo sepan leer, que no es bastante, sino que tengan ansias por leer”. En nuestros días Mariano Rajoy confiesa al periodista de turno que todas las mañanas las dedica a pelearse con su hijo por El Marca. Lecturas de primer nivel.

“Los españoles son muy españoles y mucho españoles”, “un plato es un plato y un vaso es un vaso”, “porque después del año 14 viene el año 15” o “viva el vino” son otras de sus míticas reflexiones.

Oír a Rajoy es tolerable. Escucharle es insufrible. Un discurso suyo es una sucesión interminable de vacíos semánticos, frases hechas, simplismos y lugares comunes, amen de considerables atentados contra nuestro idioma perpetrados con nocturnidad y alevosía. Mariano Rajoy está preocupado porque se le haga un gran “prejuicio” a los catalanes y su mayor interés es preservar “el estao español”… Como Rajoy no sabe idiomas – ni siquiera el materno – en sus viajes oficiales al extranjero le acompañan siempre dos traductores: un traductor del español al inglés que siempre es precedido del traductor del marianismo al español.

Rajoy no sabe hablar, no sabe escribir y tampoco sabe gobernar. Imagen de la indolencia y la abulia, está ahí porque los españoles quisimos echarnos unas risas. No le encuentro otra explicación. Rodeado de aduladores y de un partido donde en vez de militantes hay seguidores, nadie le dice “Presidente, que va usted desnudo”… Bien, nos hemos echado unas carcajadas a cuenta de su meteduras de pata, pero el coste en términos de derechos sociales y libertades ha sido altísimo. Este 20d pensad antes lo que votáis, no sea que la inocentada acabe con este país.

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