Si te viera Schopenhauer /
SERGIO MARTÍNEZ

Pasan las doce y media de la noche y al escenario de la Sala Barroco se suben los gallegos de Niño y Pistola. Alrededor de unas treinta personas, siendo generosos, como espectadores. Una pena una respuesta tan escasa, estos chavales, o no tanto ya, se han marcado en 2013 un discazo que agárrate tu las patas abajo (me encanta esta expresión aunque no sé muy bien qué significa). There’s a Man with a Gun Over There, apuntadlo y buscarlo en el spotify que merece, y mucho,  la pena.

Bueno, a lo que iba, que me pierdo. Jueves noches, treinta personas de público, un grupazo en el escenario y una ciudad desierta tras esas puertas. Dicen que Cáceres es una ciudad universitaria, pues estarán todos jugando al escondite porque yo sólo los veo en las novatadas, cuando Paquirrín hace que pincha y en la fiesta de la primavera. ¡Viva la Universidad!

En verdad tampoco iba a contar esa reflexión pero ya que me ha salido la dejo. Entre el público que acudimos muchas caras conocidas, más o menos, coincidimos casi siempre en los conciertos. Somos el poco público que responde a estos eventos musicales, que aunque mucha gente a veces se queje de que en Cáceres no hay nada, creo que demasiada oferta  hay para lo reacio que es el público cacereño a pagar por contenidos de calidad.

Demasiada oferta hay para lo reacio que es el público cacereño a pagar por contenidos de calidad

Otra vez me he liado, lo siento. Lo que quería contar es que me lo paso como un niño estos días de conciertos. Abrazo tras abrazo, chascarrillo a chascarrillo, y entre tanto, alguna cerveza aderezando el momento, hablamos de las próximas citas, el siguiente festival, de los discos que han salido, de todo eso que es la música, y a los que nos gusta, nos encanta parlotear. Puede que lleguemos a ser pesados pero la verdad es que tiene su punto.

Por eso esta columna quiero dedicársela a los clásicos, a esas caras que siempre coincidimos en los conciertos, a los Jorges, a Sergio, a Héctor, a Alfonso, al otro Alfonso, a Carlitos, por esos momentos de buena música y buenos directos de los que nos solemos empapar. Estoy seguro, que nos veremos en el siguiente.

Y nada más, ¡ah¡ sí, que este año  voy a tener el privilegio de pinchar en el Contempopránea de Badajoz con el sobrenombre con el firmo estas líneas. Qué ganas tengo de subirme al escenario, como hicieron Niño y Pistola, y ver caras de felicidad disfrutando de la música.  Porque eso es la música, una manifestación artística que tiene como fin  suscitar una experiencia estética en el oyente, y expresar sentimientos, circunstancias, pensamientos o ideas. Nos vemos en los bares.

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