Carta al director

Este pasado verano, cuando me encontraba recorriendo los Alpes y comprobando cómo desaparecen los últimos glaciares europeos, me enteré del proyecto de mina a cielo abierto que se quiere realizar en La Montaña de Cáceres. De pronto, la realidad me golpeaba y pasaba de un problema global (el cambio climático que afecta a todo el planeta) a otro local (la destrucción del entorno más inmediato a las puertas de mi ciudad).

Llevo treinta años viviendo en esta ciudad que UNESCO declaró Patrimonio de la Humanidad y, como biólogo, salgo a recorrer, estudiar y fotografiar nuestro magnífico entorno natural. La Sierra de la Mosca o Montaña de Cáceres es un “pequeño Monfragüe” en medio de la penillanura cerealista, una isla verde, un refugio y corredor natural que conecta la ZEPA “Los Llanos de Cáceres y Sierra de Fuentes” con la ZEPA “Colonias de Cernícalo Primilla de Cáceres”.

Tener a las puertas de nuestra ciudad un espacio natural de esta categoría es algo que debemos valorar todos, para poder conservarlo y disfrutarlo. Aquí encontramos una buena representación del denominado bosque y matorral mediterráneo. En las umbrías de esta sierra dominan los alcornoques, acompañados de abundantes madroños, enebros, durillos, brezos y escobas. Las solanas, además de alcornoques, llevan encinas, peruétanos (peral silvestre), jaras, majuelos, ahulagas y cantuesos por sólo citar algunas de las cientos de especies vegetales que aquí prosperan.

 

Este bosque sostiene y mantiene a una rica y variada fauna. Entre las aves (con 81 especies reproductoras y 12 invernantes), destacan la presencia de alimoche, búho real, cárabo, águila calzada y cigüeña negra, siendo zona de campeo de diversas águilas (imperial, perdicera y culebrera) y buitres (leonados y negros). De los mamíferos presentes, además de jabalí, hay que mencionar a ginetas, meloncillos, garduñas y zorros.

Por si todo esto fuera poco, en la misma base de la Montaña y conectado con ella, tenemos el denominado Calerizo de Cáceres, formado por rocas calizas, que originan suelos con un pH básico. Esta singularidad, hace que la vegetación de estos suelos sea diferente a la del entorno que los rodea.

El calerizo cacereño ya fue estudiado por el botánico extremeño Miguel Ladero (Catedrático de Botánica, Univ. de Salamanca) en 1991, describiendo la zona como “un enclave único dentro de nuestra Comunidad Autonómica, refugio no sólo de plantas sino de ecosistemas vegetales únicos dentro de nuestro territorio regional”. En dicho estudio, que fue realizado para la Junta de Extremadura, se proponía que “esta zona podría incluirse en la categoría de Reserva Natural o al menos como Punto de Interés Biológico (P.I.B.), ya que las comunidades y elementos biológicos allí existentes destacan por su rareza, fragilidad y singularidad”.

Casi el 50 % de las orquídeas presentes en Extremadura podemos encontrarlas en el calerizo cacereño. Algunas han sido incluidas en el Catálogo Regional de Especies Amenazadas de Extremadura e incluso una de ellas, Serapias perez-chiscanoi, está catalogada como “En peligro de Extinción”

Y mucho se podría escribir sobre las singularidades micológicas (Hongos), de estas calizas, pero baste indicar que una especie nueva para la ciencia descubierta en 2010 en las calizas de Almaraz (Cáceres), denominada Macrotyphula cordispora, también la hemos encontrado ya entre la vegetación del calerizo cacereño.

El proyecto de mina a cielo abierto que se quiere realizar aquí es una quimera que destruirá irreversiblemente la zona. Una mina a cielo abierto, como su nombre indica, se lleva todo por delante. Su objetivo es extraer rocas hasta una profundidad de 300 m., con lo que desaparece el suelo, origen de la vida, así como las plantas, los hongos y la fauna. Y todo ello junto a una ciudad Patrimonio de la Humanidad, cerca de hospitales, utilizando nuestra escasa agua y produciendo polvo en suspensión por las necesarias voladuras.

Que alguien me explique si este es un proyecto de Desarrollo Sostenible, el único modelo que permitirá que podamos vivir indefinidamente en este planeta, el planeta de la vida. Como sin duda esta mina no es sostenible, ni se incluye en la Economía Verde y Circular (Extremadura 2030), que acertadamente se está promoviendo desde la Junta de Extremadura, solicito a nuestras autoridades que hagan un ejercicio de coherencia y digan, como muchos cacereños y extremeños, NO A LA MINA.

Fernando Durán Oliva
Biólogo, profesor jubilado del IES “Universidad Laboral”, Cáceres.

Autor/coautor de más de 40 libros sobre la naturaleza extremeña.
Autor de numerosos artículos científicos (especialmente sobre vegetación y hongos)
Ha impartido más de 400 conferencias.
Presidente de la Sociedad Micológica Extremeña.
Miembro del comité científico y didáctico del Geoparque Villuercas Ibores Jara.

Artículo anteriorPiornal, Pescueza, Madrigal, Casar y la empresa Aves de Carcaboso, Premios San Pedro de Alcántara de la Diputación
Artículo siguienteGinos abre en Cáceres su primer restaurante de Extremadura

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí