TURQUÍA-SIRIA-CONFLICTO

Lunes de papel /
Emilia Guijarro

Desde que empezó el conflicto de Siria, y de otros países del Norte de África, hemos visto muchas fotos que retratan las condiciones en las que se desarrolla la huida de miles de personas en los países en guerra. Fotos de corresponsales de guerra, de voluntarios, de gente que huye, de gente que socorre a los refugiados. Muchas fotos.

Todas esas fotos nos han impactado, han movido nuestra conciencia, han contribuido a hacernos solidarios con el drama de los refugiados, de los que huyen de las bombas, atravesando montes, saltando vallas, hundiéndose en el mar, hacinados en barcos peligrosos.

Ninguna foto nos ha dejado indiferente. Alguna, especialmente triste, como la del pequeño Aylan, arrojado por el mar a las arenas de una playa de Grecia. Esa foto fue todo un símbolo, un aldabonazo a las conciencias de una Europa aburguesada.

La fragilidad, la inocencia de esa foto movió ríos de tintas, y artículos de opinión e incluso debates sobre si es lícito o no publicar fotos tan explícitas en tragedias humanitarias.

Esa foto fue todo un símbolo, un aldabonazo a las conciencias de una Europa aburguesada

Son las fotos que retratan los resultados de las guerras en los débiles. Pero ha habido una foto, la de los dirigentes europeos con los cuatro niños refugiados, sonrientes, con traje y corbatas, recibiendo al pie del avión a los 30 refugiados, que van a ser instalados en un país europeo, que no produce otra cosa que sonrojo y vergüenza.

En la foto están todos con el Presidente del Parlamento Europeo, Schulz, seguido de Alexis Tsipras, y a su alrededor una pléyade de asesores, escoltas, funcionarios, que forman un grupo más nutrido que el de los escasos treinta refugiados que tendrán la suerte de encontrar una vida digna, a la que como refugiados tienen derecho.

¿Qué mensaje quieren enviar con esa foto?¿Qué vergüenzas quieren ocultar?

La vergüenza de miles y miles de personas, separadas por vallas, perseguidas y amenazas con penas de cárcel, enfermas, en condiciones climáticas extremas, recluidas en campos de internamientos a las que se le niega el derecho universal de ser acogido cuando hay guerras. Solo treinta de miles y miles de personas que llaman a las puertas de Europa.

Hay fotos en las que es preferible no salir, sobre todo cuando Europa y sus Instituciones, están dando una imagen de insensibilidad y de desunión pocas veces conocidas a lo largo de la historia.

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