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Joaquín Paredes, fotógrafo: «Todo es demasiado frío delante de un ordenador; echaba en falta la sensación de tocar las fotografías».

Desde los orígenes de la fotografía, una de las mayores aplicaciones (prácticamente, la principal) fue la de realizar retratos que hasta entonces eran un privilegio de las clases más pudientes, que podían costearse otro tipo de retratos: los pictóricos. De hecho, los primeros fotógrafos profesionales son ante todo retratistas.

Se comenzó por la rigidez de los primeros daguerrotipos (1839), que conllevaba un proceso único e irrepetible, ya que la placa se introduce en la cámara obteniendo un solo positivo. Pero fue el colodión húmedo el ferrotipo que perduró durante largo tiempo en ferias y verbenas, multiplicando los retratos familiares, así como los de personalidades relevantes.

En plena era digital, y como uno de aquellos grandes técnicos, que realizaban sus trabajos profesionales instalados en lujosos estudios o en barracones destartalados, el cacereño Joaquín Paredes, autodidacta y apasionado de la fotografía, ha construido la cámara de fotos más grande de Europa (su fuelle, extendido, alcanza los tres metros y medio) y ha regresado a las técnicas de procedimientos fotográficos del siglo XIX. En concreto, a la técnica del mencionado colodión húmedo, diseñando una cámara que contiene todos los movimientos de cualquier cámara de gran formato.

«La cámara me llevó construirla dos meses y medios. Es de madera y la diseñé a partir de un objetivo que conseguí que cubriera ese tamaño de negativo. A partir del objetivo, calculando la distancia focal que tenía y el tamaño de placa, diseñé la cámara».

Una cámara de gran formato, con una estructura similar, pero mucho más grande. «Es como un tanque» subraya Paredes entre risas, mientras explica por qué ha decidido realizar esta especie de regresión profesional: «Yo empecé con una cámara Voigtländer Vitoret (una cámara de 35 mm, de los años 60, económica, con telémetro) de mi madre, luego me pasé a una réflex, hasta abrazar de lleno el digital. Pero, finalmente, decidí regresar al analógico porque echaba en falta esas sensaciones de tocar la fotografía, de revelar. Todo es demasiado frío delante de un ordenador». «Todo el mundo hace las mismas fotografías; todas parecen iguales…». Aunque asevera que hay áreas de la fotografía que «nunca regresarán al analógico», como el fotoperiodismo o la fotografía de naturaleza, «pero me parece triste que la gente ya no tenga fotos de papel y solo te las muestre en el móvil o en el ordenador. No tiene nada que ver observar una foto bien impresa en un papel brillante, de celulosa o de vidrio».

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En plena fiebre del ‘selfie’ (o autorretrato) y los filtros popularizados por Instagram, Paredes reflexiona: «parece que todo el mundo hace los mismos procesados. Te diré más: la gente busca hacer la misma fotografía. Es muy aburrido». La cámara de 28×28″, a la que Paredes ha bautizado Rosebud (como el famoso trineo de Charles Foster Kane) también tiene su propio trípode, que en este caso es un «tetrápode, muy cómodo de mover y ajustar, que además me permite variar la altura del objetivo». El tetrápode en cuestión también ha sido fabricado por el propio Paredes, a partir del somier de una cama antigua.

Con esta cámara de gran formato, aparte de conseguir una imagen amplia con calidad de negativo, «la persona que posa no se puede esconder con una sonrisa o gesto que ya tenga ensayado, porque consigue captar la personalidad de cada uno, ya que son exposiciones mucho más largas. Para realizar un retrato pasan varios segundos, entre 2 y 30″. También, continúa explicando, puedes conseguir efectos directos como el ‘tilt shift’ (que podemos traducir como «objetivos descentrables» o «lentes basculables» que incluyen un desenfoque parcial de la imagen captada) «sin necesidad de recurrir al Photoshop».

Fotografía documental

Paredes también nos explica su proyecto fotográfico, para el que espera encontrar financiación a través del ‘crowdfunding’: un reportaje fotográfico y documental, que narre la historia de los niños de la Guerra Civil española, a través de la mirada de esas personas que hoy son ancianos. «Se basaría en hacer retratos con cámara de gran formato a los protagonistas y luego realizar una especie de instalación que simularía un zoótropo (un instrumento que produce una ilusión de movimiento a través de una sucesión rápida de cuadros estáticos, y que fue un juguete muy popular en la segunda mitad del XIX).

Puedes seguir el trabajo de Joaquín Paredes a través de y su blog (joaquinparedes.wordpress.com) y su Twitter (@jparepir ).

Eduardo Villanueva /

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