KitiMánver(color)_©SergioParra

Kiti Mánver ofrece en “Las heridas del viento” uno de esos papeles que ilustran toda una carrera. Una carrera larga, en el caso de esta actriz inagotable a la que, actualmente, también se la puede ver en la serie de televisión “Vive cantando”. Le da la réplica el actor Daniel Muriel, en una historia de amor intensa que ya ha recorrido medio mundo (Nueva York, México, Costa Rica y Chile). Aquí Mánver interpreta a un hombre con un largo historial de soledad y rechazo. “Las heridas del viento” aterriza en el Gran Teatro de Cáceres el sábado, 11 de octubre.

El premio Ceres y el de la Unión de Actores son los dos últimos que has recibido. ¿Los galardones los valoras desde un punto de vista personal o como promoción de la obra? O, directamente te resbalan…

No, todavía no. Me gusta recibir premios en esas dos vertientes que has mencionado. El teatro está difícil y cada vez tenemos menos presencia en los medios, así que por supuesto que también sirven para dar un empujón a la obra. Personalmente, los premios dan mucho gustito, pero no hay que entretenerse demasiado tiempo en ellos.

En “Las Heridas del Viento” también eres productora. ¿Qué satisfacciones y quebraderos te está dando esta obra?

La producción es una forma necesaria e inevitable de poner en marcha según qué proyectos teatrales. En estos momentos tan complicados para nuestra profesión, juntarse y coproducir un proyecto es una tarea prácticamente obligatoria. Yo siempre aconsejo a los jóvenes que empiezan en esta profesión que sepan de todo y lanzarse a producir es una tarea dura, pero necesaria porque te haces una idea de cómo está la profesión.

La experiencia del ‘working progress’ ¿cómo ha ido? No es algo que se suela hacer en el circuito teatral español… Personalmente, como actriz, ¿qué te ha parecido? [El ‘working progress’ se basa en representar la obra frente al público durante los ensayos de la misma].

No es muy habitual, pero sí que he visto en las redes que ya se está empezando a hacer más a menudo. Es muy interesante para el público que quiera ver otro tipo de teatro; que quiera ver cómo es ese proceso de creación de una obra. También para los profesionales amateur que estén empezando. También es una fuente de aprendizaje.

Y para ti, personalmente, ¿te ha dado un poco de vértigo?

Pues esa creo que es la palabra exacta. Porque los actores somos bastante vulnerables cuando nos enfrentamos de primeras a un personaje y no le tenemos cogida la medida. Te pones a ti mismo en una situación muy extraña. Porque no te sabes apenas el texto y tienes público y no puedes evitar que te salga tu vena de actriz e intentas actuar. Pero, claro, cómo actúas, si no tienes todavía los elementos necesarios. Sobre todo se crea una situación muy buena para cualquier actor, que es la incomodidad. Es necesario que un actor no se acomode para potenciar ese proceso creativo.

La obra habla de temas de gran profundidad emocional. ¿Qué se puede esperar el público que acuda al Gran Teatro cacereño?

Espero que se encuentren con emociones de gran intensidad, porque es una obra que el director y autor del texto, Juan Carlos Rubio, ha evitado todo tipo de escenografía y de juego de luces, para centrarse en la sencillez y al mismo tiempo en la profundidad y hondura de los personajes.

La puesta en escena es muy minimalista; dos sillas, cuatro focos…

Completamente minimalista. Puede que al público que esté acostumbrado a disfrutar de un teatro más tradicional le choque, pero es necesario centrarse en la historia de lo que le sucede a estos dos personajes. Uno quiere saber; necesita saber. Mientras el otro quiere contar lo que sabe, pero a través de un proceso más tortuoso.

El arranque de la obra ya es en sí muy potente. ¿Cómo ha sido el proceso de creación de este personaje y que has sabido aportarle?

(Risas) Hombre, no me gusta hablar de aquellos momentos sorpresivos de la obra, porque le quita un poco de magia…

Pues no hablamos…

(Risas) No… Lo que es evidente es que interpreto a un hombre. Y al principio salgo como mujer, no como hombre. Y entonces se produce una transformación. Y eso sí que produce vértigo. Porque se trata de meterte en otro pellejo de una forma salvaje, pero es un personaje muy potente. [En «Las heridas del viento», Mánver interpreta a un hombre que ha dedicado su vida a un amor imposible].

¿Kiti Mánver cree en la base del método? ¿O cuál es la fórmula para configurar un personaje?

Es curioso que nos hayamos acostumbrados a hablar de “el método” como si solo hubiera uno.  Yo no he sido una acérrima del método. Creo en la base del método y lo utilizo, pero he tratado de aprender otras fórmulas. No creo que haya un solo método. Yo soy muy permeable en ese sentido. Pero mí manera de acercarme a los personajes sí la baso en el método, que no es ni más, ni menos que sentido común. Acercarse a un personaje desde un punto de vista psicológico y ser permeable a lo que el director y el autor quieren contar, transmitir.

¿Qué es eso de «El arte de permanecer? ¿De dónde surge?

Son una serie de conferencias que estoy ofreciendo en escuelas laborales, donde cuenta, básicamente, cómo me lo monto (risas).

Y ¿cómo te lo montas para permanecer?

Pues esto de permanecer tiene que ver un poco con lo que decía antes de que un actor no solo tiene que desempeñar tareas interpretativas, sino empaparse de este oficio desde distintos puntos de vista: producción, diseño, guión, etc. Cuanto uno más aprende las aristas de este oficio, más solidario se hace con el equipo que necesitas para montar una obra de teatro o hacer una película… Aunque el teatro para mi es la base. Creo que si no pudiera hacer teatro me sentiría muy triste.

Pero en cine tienes algo pendiente de estreno. Y en televisión estás con «Vive cantando»…

Sí. Estoy muy cómoda en «Vive cantando». En cine acabo de hacer una colaboración en la última comedia de Álvaro Fernández-Armero en la que hago de madre de Inma Cuesta y de Candela Peña. Tiene un repartazo con Raúl Arévalo y mucha otra gente, que habla de un grupo de personajes en la cuarentena. Pero todavía no se ha estrenado.

¿Supongo que conoces Cáceres?

Sí, mucho. Me encanta volver porque tengo amigos en Cáceres y siempre es un placer.

Eduardo Villanueva / 

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