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Dudas de papel /
Goyo Tovar

Nos han educado exquisitamente para desdeñar a nuestros vecinos del oeste, muy a pesar de que en aquellos tiempos de Viriato todos éramos lusitanos; pero la dura Historia y los caprichos humanos compusieron una larga y artificial frontera norte-sur a pesar de disponer nuestras tierras de unos cuantos ríos transversales que podrían haber servido de frontera natural.

Y seguimos con la manía: todos los días y por todas las televisiones, y todas las veces que se nos presenta la información meteorológica, aparece el mapa con una franja al oeste de la península, a la izquierda, donde no hay nubes, ni sol, ni números, ni colores que digan algo. Pues sepa la gente lectora que es el vacío portugués, el trato desdeñoso, el olvido ancestral,… la eterna marca de la España coja.

Así, cuando vuelvo a leer, después de cuatro años de sequía de hermandades, que aprovechando la XIX Feria Rayana, un gentío mundial va a debatir y dar voces sobre la condición de los pequeños pueblos se acrecientan las dudas. Y además, que de nuevo se tome el asunto del puente sobre el río Sever como producto umbilical, pues se me profundizan ante tantas ilusiones. Y al lado, todos los parques.

Mi pueblo está hermanado con Nisa y prefiero cruzar puentes que mojarme la espalda y recuerdo que en junio de 2011 nos invitaron a cuarenta extremeños y portugueses al Parlamento Europeo donde se nos iba a explicar la nueva Política Agraria Comunitaria, y que tenía como objetivo esencial e irrenunciable fijar la población rural en sus ambientes hasta eliminar el éxodo. Aquella afirmación, elevada al auditorio por potentes altavoces de diversos parlamentarios europeos, parecía como que si esa era la encomienda que deberíamos después vocear por nuestras tierras.

Así, los jóvenes se volverían a ilusionar con sus pedanías y villorrios, los abuelos abandonarían los viajes del Inserso y las mozas harían caso omiso a lo cool proveniente de las urbes y citys. Una nueva ruralidad paneuropea, con trabajos dignos y recuperación medioambiental sería el signo de la cultura política y social de la Europa post-crisis. Algo debió salir mal porque los mozos y las mozas se marchan al galope.

¿Se hablará sobre la tasa rural con la misma convicción con la que argumentamos la dispersión poblacional ante los madriles?

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