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Historias de Plutón /
José A. Secas

Si, efectivamente: el mínimo común múltiplo de las tres palabras es X; incluso en la incorrecta manera de escribir la que encabeza el título. Esto tiene una explicación (que no una justificación): lo he puesto porque me es muy conocida la terminación “ex” siendo de donde soy (de la parte de la mangurria bellotera) y aplicando el típico y localista recurso de las empresas orgullosas de su noble procedencia, en coincidencia con la primera sílaba de nuestra amada tierra, extremeñizo la justificación y se la arrobo, cual empresa de servicios varios e indefinidos, a una hipotética compañía llamada “Justificaciones de Extremadura” o mejor “JustificacionEx”. S.L. (no da para más).

Tras la introducción surge la duda: ¿Y a hora para donde tiro?, ¿me ciño al título y me arranco por la vertiente sicológica y paliza como los que escriben de esas cosas y hablan de nosotros como si nos conocieran de toda la vida, o me retuerzo -mirada avezada- en un juicio (im)parcial hacia todos mis paisanos y hacia mi el primero, como en “alza la malla”?; dicho de otro modo: ¿ataco y me pongo tikismikis (Theodorakis) y “meto mierda” de resentido extremeño o me pongo en plan listillo de turno diciendo obviedades y no aportando nada? Triste destino el mío: yo me marco los caminos y me obligo a elegir y, por consiguiente, a renunciar. Si tomo un camino, desprecio el otro. Y ahora ¿cómo hago?

Puedo justificar mi elección y dar explicaciones que solo oculten mi deseo (o tendencia) de optar por lo más cómodo o lo menos comprometido. Destacaría las razones que me empujan a tomar esa (sabia) elección y, si no rascamos mucho más allá, nos podría valer. Focalizo sobre las ventajas de mi elección y al no argumentar sobre la “otra parte”, el “torticerismo” está servido. Esto suele pasar, por ejemplo, con la prensa “apesebrada”: Toman como buena una visión de los hechos y las otras, simplemente, ni las mencionan No hacer aprecio es el mayor desprecio. Y punto.

También, a la hora de optar por la charla psicológica o por el asunto del paisanaje extremeño dando explicaciones de su (cutrex) carácter y (tristex) destino, puedo decantarme por permitir que los prejuicios me puedan y me superen y darle cancha a los pretextos -todo muy “pre”- para tomar, de nuevo, el camino más fácil. El remate de los tomates es echarle la culpa de mi elección a las circunstancias, al tiempo, a Pepito Pérez o a mi estado anímico o económico (por ejemplo). El caso es seguir sin definir mi opción, enredarme en explicaciones vacuas y terminar con una de peteneras o de Cerros de Úbeda para explicar mi elección (en caso de que la haya hecho). En definitiva: todo esto viene a cuento porque no sabía de qué escribir y, así, por la cara, he tenido que buscar alguna excusa, pretexto o justificación para llegar al final, cumplir (por cumplir) y a otra cosa, mariposa que los que estamos dándole al coco para sacarle punta a la vida, a veces (o muchas veces) nos entra la duda, la vagancia o la ineptitud. Hala, salud y a cuidarse, amigos (bueno, y amigas, que somos todos muy políticamente correctos). Je je je.

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