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Foto: Nerón Rodríguez

La Compañía Extremeña ‘Teatro del Noctámbulo’, de José Vicente Moirón, presenta el 4 de noviembre, en el Gran Teatro, la obra, en castellano, ‘Contra la democracia’, “el texto más actual» de la trilogía del dramaturgo catalán Esteve Soler. Dirigida por Antonio C. Guijosa, entre sus actores, el propio Moirón, al que nos acercamos en esta entrevista.

Antes de nada, ¿cómo definiría la obra ‘Contra la Democracia’?
Como un texto muy comprometido con la situación actual, no solo en España, sino en el mundo entero. Y, sobre todo, una dramaturgia nueva, necesaria, no sólo el contenido, lo que cuenta, sino como se cuenta. Soler ha hecho en la misma obra siete piezas independientes, que versan sobre el mismo tema, la democracia, pero con un abanico muy plural en el sentido de que se tocan todos los géneros (comedia, drama, melodrama, tragicomedia…). Tiene muchos componentes, tanto en la dramaturgia como en la puesta en escena, que me resultaron muy interesantes a la hora de ponerla en pie.

¿Qué opina de que se la relacione con el ‘movimiento indignados’?
Es algo anecdótico, pues cuando estalló el 15-M los medios, sobre todo en el teatro, se hicieron eco de la obra de Esteve, pero es anterior. De hecho, Esteve dijo que la escribió en la observación de como el capitalismo destruía al ser humano, y de cómo se sentía el ciudadano en ese momento, antes del 15-M. Es verdad que hay una forma contestaría en el texto donde sí tiene ese paralelismo con lo que es la reivindicación del 15-M, pero no tiene nada que ver.

Que la obra incluya siete historias distintas e independientes sobre el mismo tema, la democracia, ¿cómo ha influido en su montaje y puesta en escena?
De manera muy convulsa, pues teníamos que hacer siete obras diferentes en un mismo espectáculo. Esa era una de las complejidades de la obra, tener un espacio único para siete obras; tener unos elementos escenográficos que te transportan de una historia a otra, unos cambios de vestuario…, pero con un único espacio. Y además, con el plus de ser personajes diferentes, de que hay un desdoblamiento actoral increíble, extraordinario. Para el actor ha sido muy jugoso poder encarar cada una de las historias como si fueran diferentes.

Hablemos ahora de usted. ¿Desde cuándo su amor por el teatro?
Ya no tengo recuerdo de eso, lo que recuerdo es la primera vez que vi una obra de teatro. Tenía 16 años y me hipnotizó. Ver como dos personas se daban la réplica uno a otro sin un texto delante, que se lo sabían de memoria, y que encima era creíble, me pareció un hecho asombroso, extraordinario, y desde entonces el teatro me apasiona. Fue ‘El carro del teatro’, por una compañía amateur con la que luego empecé a trabajar y que me dio la vida, porque yo estaba muy desorientado, no sabía que hacer y, de pronto, descubría la magia del teatro.

¿Qué destacaría de su trayectoria?
Sobre todo que el teatro no es solamente mi trabajo, es mi filosofía de vida. Hacer teatro no es sólo una profesión, es una forma de vivir, donde tienes que estar muy atento, observando, reciclándote…; donde no sólo aprendes dramaturgia, sino también lo que significa el teatro dentro de una sociedad, la implicación que debes tener como profesional del teatro no sólo en el escenario, sino en el mundo que te rodea; y saber empatizar con lo que ocurre y hacer algo para ayudar y contribuir a que las cosas mejoren.

En esta profesión hay que saber empatizar con lo que ocurre, y hacer algo para ayudar y contribuir a que las cosas mejoren

En el mundo de teatro, ¿ha echado o echa algo de menos?
Sí, echo de menos el respeto a la profesión; el apoyo, no ya económico o institucional, sino moral, de un sabernos dar el lugar que nos merecemos, de que se dignifique la profesión… Muchas veces, quizás por desconocimiento de nuestra profesión, sentimos rechazo, y echo en falta eso, que se nos dé nuestro sitio.

¿Se ha notado la crisis más en el teatro que en otros sectores?
Supongo que no. Sería muy egoísta decirlo, y además no tendría argumentos para decir que en el teatro lo hemos pasado peor. Esta crisis ha afectado a todo el mundo, y hemos sido observadores y conscientes de ello, pero también es verdad que el teatro, que siempre ha estado en permanente crisis, la ha sufrido muchísimo.

Actor y también productor, director… Desde 1994 al frente de Teatro del Noctámbulo, ¿qué le hizo embarcarse en esta aventura?
El deseo de hacer los montajes que queríamos. Empezamos este proyecto Leandro Rey y yo porque ese era nuestro deseo, hablar sobre lo que ocurría, reflejar en el escenario lo que pasaba, la actualidad…, que quienes asistieran al teatro vieran con nosotros la realidad, lo que estaba pasando en la vida e intentaran hacer cosas por mejorarlo. Ese era nuestro deseo, hacer textos que nos apeteciera, sin tener que esperar la llamada de un productor. No era ni siquiera enriquecernos, porque es muy difícil, y más cuando uno empieza, aunque luego, claro, la rueda continúa y he intentando hacer de mi profesión, de mi compañía, una fuente de ingresos, para poder seguir creando.

‘Contra la Democracia’ es un texto muy comprometido con la situación actual, no solo en España, sino en el mundo entero

Hasta ahora, ¿cómo valora el resultado?
Muy positivamente. Ha habido también, evidentemente, momentos duros, muy complicados, difíciles.., pero sigo haciendo lo que me apetece, pongo en pie los montajes que quiero, con más o menos fortuna, pero nunca me supedito al mercado… En alguna ocasión has de valorar mucho qué obra pones en pie, pero siempre hago la que me gusta y me apetece.

Sobre los premios, ¿hasta que punto son importantes en su profesión?
Son un reconocimiento al trabajo, que a todos nos viene bien. Es como decirte sigue adelante, que lo que estás haciendo está trascendiendo, no se queda en ti, sino que llega al gran público, y a los profesionales. Son un reconocimiento absoluto, y eso es lo mejor.

¿Qué han supuesto los Premios Max (creados para estimular y premiar a profesionales de las Artes Escénicas) que tanto usted como su Compañía han recibido?
Para Teatro de Noctámbulo un gran acontecimiento, no sólo por el reconocimiento a la Compañía, que de pronto estuvo más presente en la red nacional, en el panorama teatral en España, sino también por todos los extremeños, que lo vivieron como suyo, con más intensidad incluso que nosotros. Y como actor, recibir un Premio Max es un privilegio. Tengo que matizar que no me lo dieron a mí, sino a un espectáculo que produje, y lo sentí como de toda la Compañía, pero me sentí muy feliz. Y reconozco que también me ha ayudado en la profesión, al menos lo que es el respeto, pues aunque pueda resultar triste decir esto, sí es verdad que los premios ayudan a que se le valore más a uno; y hay un rigor inherente a este premio, que como tal lo disfruto.

I. Bravo /

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