joaquin

El fotógrafo cacereño Joaquín Paredes ha abierto este año ‘Cáceres de Foto’. Lo hacía con la exposición ‘Hemicránea’, una muestra de 19 imágenes a través de las que ha querido reflejar la problemática de vivir con una enfermedad, las migrañas crónicas, y para las que ha utilizado una técnica del siglo XIX llamada colodión húmedo.

Antes de nada, ¿podría explicar esa técnica fotográfica que utiliza, la denominada del colodión húmedo?
Consiste en una emulsión líquida llamada colodión, en la que se disuelven unas sales y que se vierte sobre una placa de vidrio o de metal lacado que, a continuación, se introduce en un baño de nitrato de plata para convertir las sales disueltas en haluros de plata, que son unos compuestos sensibles a la luz. Cuando está lista se lleva a la cámara y se hace la fotografía, volviendo inmediatamente después al laboratorio para revelar y fijar la imagen. Todo el proceso se tiene que realizar mientras la placa permanece húmeda, de ahí el nombre de colodión húmedo.

¿Cómo llegó a ella?
Siempre me ha gustado mucho leer sobre la historia de la fotografía y era un proceso que conocía, pero que nunca me había planteado que se pudiese seguir utilizando hasta que vi a un fotógrafo americano trabajando con colodión y quedé fascinado.

¿Por qué decidió su utilización?
Principalmente por las cualidades estéticas que ofrece: transparencias, reflejos, texturas, la manera en que esta emulsión “ve” la luz…, y porque sus posibilidades son infinitas. Creo que al principio la curiosidad y el reto que me planteaba aprender el proceso también fueron muy atractivos para mí.

La fotografía ha estado siempre presente en mi vida; ya desde pequeño tuve esa necesidad de hacer fotos

¿Satisfecho con el resultado de la muestra Hemicránea?
Diría que sí. Siempre hay cosas que uno cambiaría, que mejoraría o que simplemente, pasados unos meses, interpretaría de otra manera, pero nunca hubiese expuesto algo con lo que no estuviese satisfecho.

En ella ha querido reflejar el dolor sentido por su pareja durante sus crisis de migrañas. ¿Considera logrado ese fin, que el público lo ha sentido?
Es complicado convertir en imágenes sensaciones y experiencias no visuales como el dolor, las náuseas… Nunca fue la intención reflejar fielmente esos sentimientos, sino más bien crear un juego en el que la fotografía funcionase como un espacio independiente en el que, estableciendo unas reglas propias, poder construir metáforas que funcionasen: asociar el proceso de la fotografía con el de las pruebas médicas, experimentar con imágenes creadas con electricidad…

Son muchas las experiencias, proyectos, logros… conseguidos, pero ¿cómo y cuándo le llegó su pasión por la fotografía?
No son tantos (risas)… La fotografía ha estado siempre presente en mi vida. Es verdad que con diferente intensidad en según qué épocas, pero ya desde pequeño tuve esa necesidad de hacer fotos. La primera vez que fui de excursión “exigí” a mis padres una cámara y una cantimplora; como soy muy cabezota conseguí las dos. Supongo que asociaba el hecho de viajar con hacer fotos y coleccionar recuerdos, o simplemente imitaba lo que había visto en mi casa.

Por desgracia, en nuestro país, la fotografía es una disciplina marginal en la enseñanza reglada

¿Autodidacta?, o ¿ha recibido alguna formación?
Por desgracia, en nuestro país, la fotografía es una disciplina marginal en la enseñanza reglada. Al margen de los ciclos formativos, que están orientados sobre todo al aspecto más técnico de la fotografía, sólo hay alguna facultad de Bellas Artes y escuelas privadas con planes de estudio dedicados a la fotografía. Cuando yo estudiaba ‘Fotografía’ no era una carrera que entrase dentro de los planes de los profesores ni de los orientadores, así que ni se me pasó por la cabeza que pudiese convertir mi pasión en una forma de vida, había que estudiar alguna “carrera de provecho”. Por otro lado, nadie aprende por ciencia infusa, siempre hay maestros, aunque sea a través de los libros.

De lo hecho hasta ahora, ¿qué destacaría?
Este año ha sido muy especial para mí. He podido terminar este proyecto, que se presentó en Barcelona, en el Revela-T; se ha publicado en varias revistas internacionales…; y me está dando muchas satisfacciones. Y también tuve la oportunidad de exponer una pieza en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, bien acompañada con grabados originales de Goya y con obras de otros grandes artistas en la muestra ‘Otras Tauromaquias’.

Que con el móvil puedan hacerse foto, ¿ha perjudicado al arte de la fotografía?
No creo que haya ningún avance técnico que en sí mismo perjudique a la fotografía. Es el uso que hacemos de la tecnología lo que produce efectos no deseados o simplemente imprevisibles: como el hecho de que en muchas casas ya no tengamos fotografías físicas, que la mayoría de ellas las perdamos cada vez que cambiamos de móvil, que casi todas las fotos que imprimimos no vayan a durar más de cinco años, cuando tenemos daguerrotipos de hace casi doscientos y siguen igual que el primer día… Hay proyectos muy interesantes hechos con la cámara del móvil, pero también otros con una caja de zapatos y un agujero…, simplemente hay que saber elegir qué necesitamos para nuestro trabajo.

Y mientras cualquiera opta por el móvil, usted busca nuevos retos, como llegar a construir sus propias cámaras. ¿Qué le llevo, hace ya años, a vender su equipo digital y construir la que fue la cámara más grande de Europa?
Creo que el detonante fue darme cuenta de que los proyectos que me apetecía hacer no estaban en consonancia con esa estética aséptica, limpia y falta de texturas de la fotografía digital. Necesitaba un proceso y un objeto final que fuesen más manuales, algo más íntimo…; un proceso que pudiese controlar de principio a fin, pero imperfecto y a veces imprevisible, que me abriese nuevos caminos aprovechando esas limitaciones y peculiaridades. En el colodión encontré lo que necesitaba, así que me puse manos a la obra y como no tenía presupuesto para más, me tocó construir casi todo lo que iba necesitando.

¿Algún nuevo reto o proyecto en mente?
El año que viene presento un nuevo proyecto en Logroño, pero de momento no puedo contar mucho más. Es el primer trabajo que quise hacer cuando aprendí colodión húmedo, y parece que al fin voy a ser capaz de llevarlo a cabo.

I. Bravo /

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