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Con ánimo de discrepar /
Víctor Casco

Mientras escribo estas líneas me llega la información de que Amnistía Internacional ha denunciado la detención y prisión de dos titiriteros acusados de “enaltecimiento del terrorismo”, una actuación que considera arbitraria, al tiempo que denuncia la definición tan vaga y subjetiva que del terrorismo existe en el Código Penal. Piensen ustedes que cuando ETA mataba, cuando secuestraba, cuando extorsionaba, se producían muchísimas menos denuncias invocando el enaltecimiento que en estos días, donde ya la banda está desaparecida. España se desliza a comportamientos propios de dictaduras bananeras, mientras hacemos del terrorismo un uso político para atacar al adversario. Todo vale.

En la obra representada por estos artistas libertarios – desde luego no adecuada para menores – un títere que representaba a un policía colocaba una pancarta donde se leía “Gora Alka-ETA” a otro títere que hacía de bruja, inconsciente en el suelo. Es decir, la ficción quería denunciar cómo algunos agentes de seguridad fabrican pruebas falsas para poder detener a anarquistas… Y, curiosamente, lo denunciado se convirtió en realidad para los titiriteros, que sin ninguna relación con grupos armados han terminado en la cárcel. La realidad supera a la ficción, nunca mejor dicho.

Qué locura se está apoderando de este país y de un gobierno en sus últimos estertores que quiere resucitar a los nuevos Torquemadas

La ficción no puede ser objeto de denuncia penal. Si se permitiera, entonces habría que encarcelar a todos los que “representan” un papel de asesinos en libros o películas. En una novela podemos encontrarnos con personajes que defienden ideas repulsivas, pero en modo alguno consideramos que el autor esté haciendo apología de las mismas. Por eso es “ficción”. ¿Encarcelamos a Umberto Eco por crear a un terrorista misógino en “El Cementerio de Praga”? ¿Prohibimos a William Shakespeare por llevar a las tablas el asesinato de un político en el senado romano en su “Julio César” y por poner discursos justificadores en boca de Bruto o Casio? ¿Y que hacemos con “Lolita” de Nabokov o con “Memoria de mis Putas Tristes” de García Márquez?

El cine, la literatura y la televisión están llenas de ficciones donde aparecen etarras, asesinos, violadores, ladrones… Qué locura entonces se está apoderando de este país y de un gobierno en sus últimos estertores que quiere resucitar a los nuevos Torquemadas y levanta el aura de sospecha sobre todo el mundo, sobre todos aquellos que no son de su cuerda… Tremendo, terrible, preocupante. La libertad de expresión es un Derecho inalienable que cada día se pone más en riesgo. Y también, al final, opera la autocensura, el mayor triunfo de estos inquisidores: lograr que nos entre el miedo y vigilemos cada palabra y cada gesto nuestro no sea que terminemos en comisaría por “enaltecimiento de terrorismo”. Pues eso: Gora Alka-Lina

 

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