Tiempos posmodernos /
Víctor Gabriel Peguero

Al poco de empezar a escribir mi columna de esta semana, saltó la noticia del atentado en los Campos Elíseos. Tres policías tiroteados, resultando uno de ellos muerto. En ese momento pensé que nos estamos acostumbrando peligrosamente a que, con frecuencia, unos cuantos ciudadanos europeos sean ejecutados con AK-47 o masacrados con camiones. ¿Se acuerda alguien de que en Estocolmo un camión atropelló y mató a 4 personas, además de dejar 15 heridos, en una calle comercial? Lo digo porque ha sido también este mes.

Digerimos y olvidamos rápidamente ejecución y masacre. Un rato de informativo, algunos tuits en directo, tertulias, la noticia en el periódico al día siguiente y, tal vez, alguna detención unos días o semanas después que ya casi no seremos capaces de relacionar con el ataque.

Reconozco que yo mismo me siento menos impactado que antes al conocer estos terribles sucesos; también olvido más rápido.

Pero esta vez lo enfoqué de otra forma. Pensé en el Policía francés asesinado. No le pongo cara, ni tampoco sé su nombre, pero imaginé lo que habría hecho hasta llegar a formar parte de los cuerpos de seguridad de Francia. Años de estudio y formación, difíciles pruebas que superar, quién sabe si necesitó varios intentos para alcanzar su meta. Pero al final llegó, seguro que con el apoyo de su familia y amigos, a ser un policía que velara por la seguridad de todos.

Al pensar en todo esto, deseché lo que estaba escribiendo para esta columna. Reparé en que no solo se ha tiroteado a tres policías. Se está tiroteando a Europa. La Europa que cree en la formación, en el esfuerzo, en la seguridad, en la ley, en los valores, en el ciudadano y en la sociedad civil. Lo que ha costado siglos de desarrollo intelectual, económico, político y social está siendo atacado. Se pretende acabar con una forma de vida, una forma de vida basada en el respeto y la libertad.

La lástima es que estos ataques fundamentalistas están consiguiendo con creces su objetivo de aniquilar lo que somos. Y lo están consiguiendo por dos razones: en primer lugar, por la ceguera reiterada ante lo que está pasando de muchos de nuestros líderes, que hace ya tiempo que no lideran nada que no sea mantenerse en las siguientes elecciones y que carecen de la visión que exigen estos tiempos; en segundo lugar, porque ante la falta de liderazgo y visión, los terroristas están logrando la división del pueblo europeo.

Que este ataque se produjera a días vista de la primera vuelta de las elecciones francesas no es casualidad. Este ataque favorece a Le Pen. Le Pen es una amenaza para Europa. Veremos qué pasa en la segunda vuelta.

En cualquier caso, es necesario reflexionar sobre lo que nos está pasando.

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