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Con ánimo de discrepar /
VÍCTOR CASCO

Si tuviéramos que citar a las más malas de las malas mi lista sería así: Alexis Carrington, Ángela Channing, la Marquesa de Mertreuil, la señora Danvers, Cruella de Vil y Esperanza Aguirre. (Gracias a Fernando Querejeta, amigo de facebook, por prestarme la idea para esta lista)

Sí, la condesa Aguirre, la madrina de las principales operaciones especulativas de Madrid, la señora que siempre se ha rodeado de lo más granado entre los mafiosos del ladrillo (perdón por el inevitable juego de palabras con su ex vicepresidente Granados, ahora en la cárcel) es un personaje de carne y hueso pero por sus posiciones, declaraciones y actitudes más parece una parodia de señora mala para algún serial de televisión… Lamentablemente, pese a semejar una caricatura, ella existe y medio millón de incautos madrileños la han votado.

Afortunadamente no tiene votos suficientes para gobernar y frente a ella se ha situado la dignidad, la elegancia, la honestidad, el compromiso con la gente humilde y la historia viva de la lucha por la democracia en este país encarnado en Manuela Carmena.

Y aquí viene el problema: desde que una inmensa mayoría de los madrileños han votado candidaturas que tenían el firme compromiso de impedir que ella se haga con las riendas del consistorio de la Capital, la mala entre las malas no ha parado de maniobrar, acusando de peligro para occidente a su rival, ex jueza y relatora especial de las Naciones Unidas que a punto estuvo de morir en un atentado de la extrema derecha en Atocha, aquel atentado contra los abogados laboralistas, y que ha estado en el punto de mira de ETA. No se puede ser más miserable, pero Aguirre, la cólera de Dios, es así: implacable, indecente, sin escrúpulos. La centinela de occidente y cierra España dice que Manuela Carmena y Ahora Madrid es un peligro y que todos, PSOE y Ciudadanos, deben ponerse detrás de ella para impedir que la izquierda “radical” llegue al gobierno.

Y hay un problema: que ya en su momento amparó y organizó un tamayazo que impidió que el PSOE e IU se hicieran con las riendas del poder en el Gobierno de Madrid frente a ella. La compra de voluntades de dos diputados socialistas permitió a Aguirre alzarse con una mayoría absoluta que en la primera elección los ciudadanos no le habían otorgado. Esperemos que en unos días, cuando se vote – en secreto – a la alcaldesa de Madrid todos los concejales de Ahora Madrid y PSOE recuerden que toda España los estamos mirando, esperanzados, y que es urgente, necesario e higiénico mandar a casa a Esperanza Aguirre. No nos falléis.

 

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