Con ánimo de discrepar /
VÍCTOR CASCO

La filosofía es una de los legados culturales más importantes que tenemos los europeos. La filosofía nació en Europa —en Grecia, para ser exactos—, y  lo hizo para intentar dar una explicación desde la razón frente al mito, el empleo del logos frente a la mera creencia.

Por eso, la filosofía, a lo largo de la historia, siempre ha sido conflictiva para el poder y combativa contra cualquier tipo de cerrazón. La filosofía ha querido abrir mentes, ha enseñando a vivir, y sobre todo y lo que es más importante, la filosofía ha enseñado a pensar.

Y precisamente por eso en la nueva LOMCE, ya aprobada definitivamente en el Congreso, en el modelo educativo diseñado por el señor Wert, se acaba con 2.500 años de historia del pensamiento humano, desterrando de nuestra enseñanza a Aristóteles, previamente a Platón, a Agustín de Hipona, a René Descartes, a Kant y a todos los filósofos que, desde el siglo V antes de la era presente hasta nuestros días, han venido formulando distintas reflexiones e ideas en torno a la moral, a la ética, al lenguaje, a la estética, al arte…

Con  la LOMCE tendremos alumnos que podrán obtener su titulación sin haber dado nunca un curso de filosofía. Terrible.

Decía René Descartes que vivir sin filosofía es como tener los ojos cerrados y, peor aún, no querer abrirlos jamás. Pero para el gobierno de Rajoy en la enseñanza tiene más importancia el mito —la religión— que el logos —es decir, la razón—.

La enseñanza debería servir fundamentalmente para desarrollar en el ser humano la capacidad innata de la crítica, es decir, la capacidad innata de reflexionar, de preguntarse, de interrogarse por todo lo que nos rodea. Ésa es una capacidad innata que tiene el ser humano que por desgracia las costumbres, a veces la escuela y la familia termina por apagar.

Nosotros tendemos a matar al filósofo que todo niño tiene dentro, el niño que siempre está preguntando y al cual siempre se le da una respuesta sencilla o tajante. La filosofía quiere contribuir precisamente a lo contrario, a fomentar esa capacidad interrogatoria del ser humano, la virtud de la curiosidad que tiene el ser humano. Por esa razón resulta escandaloso que en nuestras escuelas un alumno pueda obtener una titulación sin conocer nada de la historia del pensamiento humano. Una vez más, no a la LOMCE.

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