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Dudas de papel /
GOYO TOVAR

Suele ocurrir como en el mes de Febrero, y tenemos la experiencia de más de una docena de años. Por allí han pasado periodistas gráficos, radiofónicos, televisivos y costumbristas por eso de que parece buena noticia que un mogollón de ilusionados infantes dediquen una mañana a plantar variados arbolitos en el famoso Cerro de los Pinos.

Al abrigo de tanta inocencia, se aproxima también gente grande como Jesús el de DOCU, Carmen Heras, Fernando Solís, Elena Nevado, concejales, jardineros del Ayuntamiento de Cáceres, maestras, maestros y algún que otro vecino de las proximidades que siempre nos comenta con desolación que -otra vez más- estamos alimentando la pena del verano: otra vez más se provocará un incendio en el Cerro de los Pinos. Volverá el desamparo a tiznar el cerro repoblado y a decorar de negro marrón la costana donde la infancia sembró sus ensueños.

Nos cuesta aprender de la tozudez. No sé cuántas veces se ha repetido la enseñanza: sembramos a finales del invierno los arbolitos que vamos a contemplar arrasados a principios de verano.

Otra gente igualmente dolida apunta que lo necesario no sólo está en la reforestación sino en la limpieza de los terrenos donde queremos que los árboles crezcan; sembrar basta con una vez, resembrar es signo de error en el diseño. No parece haber otra solución que desbrozar, al final de todas las primaveras de todos los años, los terrenos donde queremos que los plantones formen un bosque; pero esta tarea no podemos encomendársela a la infancia, sino a la gente grande.

Duele a los ojos observar el campo por donde ha pastado un incendio; algunas especies arbóreas y arbustivas del sufrido bosque mediterráneo vuelven a reverdecer con las primeras aguas del -cada vez más lejano- otoño y estamos con los ánimos como para convocar en estas fechas de piscina y vacación al gentío que decoró con arbolitos el Cerro de los Pinos.

No almaceno duda de que haya que intentarlo de nuevo, con la necesaria variación de que por la época de la Feria de San Fernando, todos los años, se han de retirar las malezas que hayan crecido. La duda que me acompaña se cifra en si alguna gente grande se atreverá a fomentar una moción verde, una recogida de firmas o una colocación de la Bandera Medioambiental. Yo la presto.

 

 

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