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De Cáceres de toda la vida /
José María Saponi

Manuel Jiménez de Parga (Granada, 9 de abril de 1929 – Madrid, 6 de mayo 2014), jurista, político y diplomático español, Ministro de Trabajo en el primer Gobierno de la (UCD) presidido por Adolfo Suárez (1977-1978) y Presidente del Tribunal Constitucional en 2001 al referirse a la figura del Rey en España en diversas publicaciones suyas, utilizaba la frase “El Rey no gobierna, pero reina”, dándole la vuelta a la frase tradicional de “El Rey reina, pero no gobierna”, queriendo darle más contundencia al hecho de reinar con un mayor significado e intención.

Al iniciar hoy esta colaboración, me viene al recuerdo esa frase, que define la función que actualmente realiza el Rey Felipe VI, y anteriormente llevó a cabo su padre el Rey Juan Carlos I en ocasiones cuando las circunstancias así lo exigían, dando pruebas evidentes del protagonismo requerido a la Jefatura del Estado, demostrando la realidad de que esa intervención “está «sobre y por encima de las demás personas» pues el Rey ha de cuidar la convivencia de todos.

En nuestra Constitución, se consagra la preeminencia del Rey, que no ha de limitarse a contemplar lo que sucede a su alrededor, sino que interviene arbitrando y moderando (como así lo concibe el artículo 56.1); el Rey no sólo aconseja, anima y advierte, sino que guarda y hace guardar la Constitución (artículo 61.1), así lo hizo Don Juan Carlos, en aquel 23 de febrero de tan triste recuerdo, en el que las circunstancias le obligaron a ejercer la potestad arbitral, guardando y haciendo guardar la Constitución. Ante un momento tan dramático que paró la vida nacional, el Rey hubo de ingeniárselas de forma muy afortunada, apreciando las circunstancias y tomando decisiones, con lo que gracias a su hábil y certera intervención, hoy España sigue siendo un país democrático y los españoles viven en un régimen de libertades públicas y participan democráticamente en los asuntos políticos.

La compleja situación política que han dejado las elecciones del 20 de diciembre de 2015, ha provocado que todas las miradas se dirijan al rey Felipe VI, y a las funciones que le atribuye el artículo 56 de la Constitución cuando expresa: «El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones…».que le faculta para actuar como árbitro y moderador de gran alcance, tanto en situaciones de normalidad como, sobre todo, en momentos difíciles como pueden ser los actuales.

Felipe VI está dotado de un gran prestigio personal y gran popularidad, y sabe recurrir a la discreción y a sus buenos oficios, para no dar un paso en falso, ahora que tiene que proponer un candidato para la Presidencia del Gobierno y ante el previsible bloqueo que puede darse en las Cortes, en sus intentos por elegir al nuevo presidente del Gobierno, Don Felipe podría usar discretamente sus buenos oficios”, en la aplicación de las competencias que el artículo 99 de la Constitución le atribuye como Monarca, para proponer a un candidato a presidir el ejecutivo.

Felipe VI tendrá “un papel mucho más delicado”, que será el de mediar entre los partidos, sondear distintas posibilidades de alianzas y animar a llegar a acuerdos, para no caer en un punto muerto y en una repetición de las elecciones que podrían conducir al mismo resultado.

El Rey no gobierna pero es importante saber que reina.

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