educacionDesde mi ventana /
Carmen Heras

Entré en el mundo de la política porque antes había entrado en el de la educación. O quizá fuera al revés, ya no lo tengo muy seguro.

Al mundo de la educación llegué por casualidad. Yo había terminado una carrera científica con amplios componentes de investigación y aplicaciones directas, así que siempre que pensaba en mí misma me veía trabajando en una fábrica de útiles electrónicos innovadores, interactivos en el mundo cercano. Un lugar tradicionalmente de hombres, con los que sin embargo me llevaba de igual a igual, sin prejuicios.

Pero las circunstancias hicieron que se me ofreciera un puesto de trabajo como enseñante y acepté. Y descubrí el inicio de una vocación llena de fortalezas, que afortunadamente no me ha abandonado. Las vocaciones se intuyen y construyen, como tantas otras cosas de la vida. Al menos así me lo parece.

En otros tiempos una de nuestras referencias fue Tonucci, profesor y dibujante italiano lleno de desparpajo que transformaba en viñetas de cómic lo que rondaba por nuestras mentes cuando debatíamos sobre la escuela y sus posibilidades. Era (y es) representante de un tipo de pedagogía de amplio prestigio sustentada en la idea de que lo importante en educación es el niño, que no es una piedra lisa, tiene una familia y un entorno.

Hace poco, un número importante de maestros españoles se han reunido durante un fin de semana para hablar de infancia, escuela y educación, en un congreso organizado por la Asociación Pedagógica Francesco Tonucci. El momento, como saben, no es demasiado propicio en estos asuntos. Politizadas las tomas de decisiones en aspectos de amplia influencia, con miras cortas y excesivamente domésticas.

¿Qué pasaría amigos si para empezar los equipos directivos fueran mejorados y se reforzará la calidad de los profesores de los centros, dándole a estos una mayor autonomía para hacer sus propios proyectos escolares al tiempo que se implicase mucho más que hasta ahora a las familias?

Ya se ha hecho. Podríamos probar nuevamente. Total, embarullado está todo y lleno de pesimismo, así que no se perdería el tiempo por intentar una mayor excelencia en las diferentes variables intervinientes en el proceso. Con garantías, claro. Porque saben ustedes, si el entorno inmediato afecta a nuestras posibilidades, tanto más a las de unos niños que están empezando su vida. Se ha probado que al menos un 50% de los resultados académicos dependen de la situación socioeconómica del alumno. Si se la mejora, mejoramos la escuela y su efectividad.

Dice José Antonio Marina que el talento es la inteligencia triunfante y que ésta no es la misma cuando se es muy pequeño a cuando ya se la ha obligado a desarrollarse. Las investigaciones científicas vienen demostrando que aunque todos nacemos con un determinado conjunto de genes, no todos ellos tienen por qué mostrarse o activarse. Que lo hagan o no depende del entorno. Así que….

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