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Con ánimo de discrepar /
VÍCTOR CASCO

«El cura y los mandarines: historia no oficial del Bosque de los Letrados», de Gregorio Morán, es uno de esos libros que nace ya con la marca de la leyenda.

Un martes, 16 de septiembre de 2014, su autor recibió la comunicación de la editorial Planeta de que dicho libro no sería publicado a menos que eliminase 11 páginas, su penúltimo capítulo, dedicado a la Real Academia de la Lengua y a algunos de sus personajes.

Gregorio Morán, uno de los últimos representantes del periodismo crítico, se negó y finalmente Akal —otra editorial— decidió aceptar el reto y publicar una obra que realiza un demoledor e implacable análisis de la cultura oficial y de sus mandarines. Me alegro por la decisión de Akal, porque los libros que no se publican por sufrir censura son míticos, cierto, pero no dejan de ser «un producto de nuestra cultura de la derrota» como dice el propio autor en el prólogo.

He leído con gran placer a este autor. Me gusta su prosa y me gusta su pluma afilada. Su «Adolfo Suárez: historia de una ambición» es fundamental. O su «Miseria y grandeza del Partido Comunista de España», «El precio de la transición» o «El maestro en el erial: Ortega y Gasset y la cultura del franquismo».

Basta ya de literatura barata, de pensamiento cero, de «reflexiones» cosidas a través de frases vacías y huecas

¿Por qué escribir este libro? Morán explica que era necesario dar respuesta a una pregunta insatisfecha, a saber: ¿qué fue sucediendo para que los mandarines, las figuras críticas de nuestra cultura de los años sesenta, se fueran haciendo cada vez más conservadoras, hasta convertirse en institucionales?. Académicos, novelistas, poetas, políticos y artistas son diseccionados aquí, con precisión y agudeza. No se transita por el lenguaje políticamente correcto, y esos son los libros que merecen la pena.

Basta ya de literatura barata, de pensamiento cero, de «reflexiones» cosidas a través de frases vacías y huecas.

«Los escritores disponen de unos instrumentos que de pronto se convierten en escopetas que (…) de manera cómica le llenan el culo de perdigones – siempre molestos, aunque no letales – a tipos en los que jamás hubiera pensado que les pudiera afectar, porque suponía que estaban blindados frente a los efectos de la letra impresa»… Lo dice Gregorio Morán y yo les invito a que lean y disfruten de este imprescindible libro.

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1 COMENTARIO

  1. Mi impresión es que este libro no merece el menor crédito. Es obvio que ese estilo soez y desaforado de insultos y descalificaciones personales, no nace de la objetividad crítica ni del rigor intelectual, sino desde la bilis del resentimiento, la mezquina envidia, o algún turbio motivo inconfesable. He indagado un poco en internet quién es este Morán, y veo que ha tenido trifulcas constantes con personas que han respondido a sus insidias. Hace poco Juan Cruz (que no es que sea santo de mi devoción) contestó a sus ataques con una respuesta de expresivo título “Talante de insultador” que parece retratarlo bastante bien: http://www.lavanguardia.com/participacion/cartas/20140313/54403359735/talante-de-insultador.html Años antes, también Javier Cercas se vio obligado a responderle con un artículo en el que, además de rebatirle con contundencia, colocaba a Morán en el nivel de maledicencia e insultos de los programas de telebasura: http://hemeroteca.lavanguardia.com/preview/2003/12/24/pagina-47/34029741/pdf.html?search=gregorio%20moran . En cuanto a su rigor y fiabilidad, este comentario a uno de sus libros despierta es demoledor: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=63063
    En fin, lo que escribe Morán merece credibilidad nula, y su tono grosero me produce náuseas.

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