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Partir de cero.

Por primera vez los alumnos extremeños de 15 años han sido evaluados por el informe PISA (Informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes) y el resultado no ha podido ser peor. Hasta ahora, Extremadura (o mejor dicho, los políticos extremeños) no habían considerado oportuno participar en esta muestra ampliada que promueve la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico).

Cierto es que la decisión de participar la tomó el Gobierno de Monago, nada más llegar al Ejecutivo. Una decisión correcta, pero arriesgada; como se ha podido comprobar en los datos que arroja un informe, que pone a Extremadura (junto con Murcia y Andalucía) a la cola del nivel educativo español; que a su vez (la educación española), no alcanza la media de la OCDE. Lo peor no es que no se alcance esa media, sino que en una década apenas han mejorado las destrezas de los alumnos. Una situación que se ha ido gestando en un contexto en el que se han aprobado hasta siete leyes de educación diferentes, tanto por el PP como por el PSOE.

A nivel regional, desconocemos si las destrezas en comprensión lectora, matemáticas y ciencias de nuestros alumnos eran mejores o peores que antes de que se diera a conocer el nuevo informe.

Lo que sí podemos afirmar es que, según los datos de PISA, un alumno navarro podría estar sin ir a clase durante un año y medio y —aun así— seguiría teniendo el mismo nivel que un alumno extremeño. Es decir, que la diferencia entre amabas regiones es brutal y, francamente, una vergüenza para nuestro sistema educativo; no olvidemos que las competencias en materia de educación se transfirieron hace tiempo a las Comunidades Autónomas, aunque —obviamente— las leyes de educación se ‘imponen’ desde el Gobierno central.

Es decir, Extremadura (en este caso) parte de cero. Sin posibilidad de tener una referencia para saber si la educación de los extremeños ha mejorado o no, es el momento de que exista un verdadero consenso entre todos los partidos de la Asamblea, para dar un giro de 180 grados. Mientras algunos achacan los malos resultados de PISA a 28 años de gobierno socialista, Fernández Vara propone un acuerdo político en la región, que mejore los datos de educación, y el Gobierno de Extremadura apuesta por «impulsar nuevas políticas» educativas. Navegamos entre las ‘guerras’ políticas y la búsqueda de una solución eficaz; y esperemos que no pasen diez años para comprobar que la educación extremeña sigue siendo tan mediocre como, aparentemente, refleja el famoso informe.

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