Perdemos población

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La historia económica mundial se asienta sobre periodos de expansión y contracción, o como se refieren los eruditos en la materia “ciclos de tendencia”. Está comprobado que en los años de bonanza los países son más receptivos al colectivo de inmigrantes que aterriza con la esperanza de encontrar en un país ajeno lo que en el suyo es inalcanzable. Ocurre todo lo contrario en tiempos de recesión y escasez de empleo, cuando los extranjeros –vocablo excluyente en base al origen- son percibidos como competencia en un mercado laboral raquítico. Cuando este período se mantiene unos años empezamos a hablar de “crisis” y es justo lo que nos ocupa estos años. El inmigrante empieza a plantearse que quizás sea mejor opción hacer las maletas y volver a casa.

España perderá población durante la próxima década. Los que venían, ya no lo hacen. Los que estaban, están regresando. Y los de aquí se están yendo allí. En caso de que se mantengan las tendencias demográficas actuales, España perdería 2,6 millones de habitantes durante los próximos 10 años. La población se reduciría a 44,1 millones en el año 2023. El descenso de la natalidad y el envejecimiento poblacional provocarían que en 2017 en España hubiera más defunciones que nacimientos. Curioso dato, pues la media de hijos por mujer se situaría en 1,41 en 2022 frente al 1,34 actual. Como es lógico, las estadísticas se interpretan para obtener realidades bien distintas, y el resultado dependerá de quién analice, pero sobre todo para quién los analice.

A la mayor esperanza de vida y el consiguiente envejecimiento de la población hay que sumar el nivel de endeudamiento y las dificultades que tienen las familias para llegar a fin de mes. En otras palabras: si antes con un solo sueldo podía mantenerse sin mayor problema una familia numerosa, en estos momentos, con ambos progenitores activos en el mercado laboral se hace complicado cubrir la manutención de más de un hijo. Vemos cómo se relacionan las variables carestía de la vida y descendencia.

En Extremadura también sufriremos esta tendencia a la baja. Las previsiones del INE nos sitúan en 1.070.443 personas para el próximo decenio, exactamente perderemos 30.860 habitantes. Así, la diferencia entre el número de nacimientos y el de defunciones pasaría en Extremadura de un saldo negativo de -1.127 en 2013 a -2.460 en 2022. Si se mantiene la tendencia actual, la emigración al extranjero haría que la migración exterior contribuyera negativamente al crecimiento demográfico de Extremadura, descendiendo un 8,8 % .

El futuro de nuestra región pasa por activar políticas de empleo al tiempo que debemos poner en marcha incentivos fiscales y económicos que permitan el asentamiento de grandes empresas, así como el florecimiento de las pequeñas y medianas. Otra posibilidad es emular a nuestros vecinos andaluces y convertirnos en destino para jubilados británicos con tiempo libre y pensión.

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