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Manifestaciones, cifras y motivos

En los últimos años cualquier concentración, protesta o manifestación vive dentro de una especie de espiral del pánico que hace que su éxito o fracaso dependa de la cantidad de personas que consiga convocar. En una ciudad como Cáceres, si a una manifestación van mil personas se considera un fracaso, pero si van cinco mil ya es un éxito.  ¿Éxito respecto a qué y por qué?

Vivimos en una sociedad tan condenada por el valor de los números y las cifras que se nos olvida constantemente el hecho que motiva el libre ejercicio del derecho a la libertad de expresión de un grupo de personas, y nos centramos sólo en el número de ellas que lo ejercen.

Esta semana con los días de paro y huelga estudiantil hemos vivido esta espiral de datos y porcentajes. Si tantos profesores han secundado la huelga, si el número de estudiantes que la han seguido ha sido superior, etc.  Además, todo ello, en una guerra entre instituciones y sindicatos para ver quién se llevaba el favor de la opinión pública y poder determinar que la huelga ha sido o no un fracaso. ¿Y qué más da? ¿Por qué esa obsesión por las cifras?

Se puede entender que el gobierno intente mostrar que las manifestaciones en contra de una ley educativa que promueve no son un éxito, pero no se entiende que los sindicatos ni la comunidad educativa se centren también en el valor de las cifras y no en el por qué se debe estar en contra de esta ley.

Hay muchos motivos para preocuparse por los recortes en educación y por lo que supondría la aplicación de la LOMCE, pero estos no han llegado a la opinión pública. La elevación de ratio de estudiantes por aula es uno de los más graves, la falta de medios y de condiciones dignas de los profesionales de la educación, la excesiva y prematura disgregación del alumnado, el menor peso de los consejos escolares o los privilegios hacia la escuela privada. Todos estos asuntos han quedado en segundo plano por el baile de cifras al que los ciudadanos se han visto bombardeados desde los medios de comunicación.

Una sociedad democrática, con altos valores del concepto de ciudadanía, otro error de la LOMCE es eliminar la asignatura de Educación para la ciudadanía, debería velar por el hecho que alguien proteste o se manifieste antes una determinada situación o ley debe ser escuchado y analizado sin depender de la cantidad de personas que la respalden. La importancia no reside en el cuánto sino en el por qué, pero eso implicaría pararnos a pensar y a analizar las situaciones de forma seria y rigurosa. Y eso casa mal en nuestra sociedad. Ya lo decía Machado, España primero embiste y luego piensa.

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