Darce Gocoul está cocinando pasta al horno junto a sus amigas italianas. La cocina es humilde, la de un piso de estudiantes, y el olor de la comida fresca se extiende por todas partes, llenando el pequeño cuarto de un delicioso aroma a albahaca, cebolla frita y queso parmesano. “Después de la Navidad vamos a cocinar un desayuno inglés completo”, dice Darce, al tiempo que enumera los platos de un típico desayuno de su país, con huevos, tomates fritos, tostada y salchichas.

Hace cinco meses Darce no conocía a ninguna de las chicas italianas con las que ahora se encuentra, ni el olor de sus pastas; realmente no conocía a nadie en la ciudad cuando llegó a ella como una estudiante internacional de Inglaterra. Antes de su llegada en Cáceres, Darce había viajado por otras ciudades de España, como Barcelona, Salamanca y Zaragoza, donde trabajó durante un año como ‘au pair’.

“Mi elección de Extremadura fue un poco rara, pues todos los estudiantes extranjeros suelen ir a Madrid o Barcelona” recone Darce, que para explicar su decisión explica que hizo esta elección porque “yo no quería estar con otra gente inglesa, hablando inglés; sabía que sería más fácil aprender el idioma aquí en Cáceres”.

“He de decir que aquí no solo he aprendido el idioma, también he conocido otras culturas, sus costumbres y su historia”

En su país Darce Gocoul asiste a la Universidad de Birmingham, donde cursa estudios de lenguas modernas, concretamente español, francés y alemán. “Creo que me resulta más fácil que a otras personas aprender las lenguas de otros países, pues ya en la escuela primaria las lenguas extranjeras me resultaban muy fáciles”, señala Darce.

Sin embargo, y a pesar de esa facilidad, Darce reconoce que su experiencia en España no ha sido tan fácil. Le ha resultado difícil por la diferencia tanto en el idioma como en la cultura. Y es que en Cáceres no hay muchos ingleses y por eso, cuando tiene un día difícil y quiere relajarse, no tiene la oportunidad de hablar en su lengua nativa, en inglés.

“La barrera que supone la diferencia de idiomas hace que no me sienta tan cerca como quisiera de la gente de aquí”, manifiesta Darce, aunque también señala que esta barrera ha ido disminuyendo con la mejora de su español, que practica cada día con sus compañeros españoles de cuarto y también en su clases en la Universidad de Extremadura.

Sobre sus estudios en Cáceres considera que son mejores que en Birmingham. “Yo creo que aquí es mejor, pues en Inglaterra uno se puede ‘esconder’ y no decir nada en las clases, pero aquí hay que concentrarse todo el tiempo y hablar en las clases, así que se aprende más”. Y en cuanto a los compañeros, Darce afirma que los estudiantes españoles “son muy amables y hablan mucho con los compañeros internacionales”, realmente “no existe ninguna división entre los estudiantes, todos están juntos”.

Con todo, y aunque destaca que en Cáceres la gente “es muy amable y más abierta que en Inglaterra”, reconoce también que la vida aquí “es mucha más lenta” y a veces la ciudad “es demasiado pequeña”, por lo que se muestra contenta de trasladarse a Alemania para el próximo semestre.

De Cáceres se marchará, dice, llevándose “más confianza en mí misma, porque antes de venir tenía mucho miedo de hablar en español, y ahora me siento mucho más segura”; y también muchos amigos, pues antes de su llegada Darce no podía imaginar que iba a pasar la mayor parte de su tiempo con amigos no anglohablantes, como sus amigas italianas, y ahora ellas son “una parte inolvidable” de su experiencia aquí. Por ello, y en ese sentido, “he de decir que aquí no solo he aprendido el idioma, también he conocido otras culturas, sus costumbres y su historia”, concluye Darce.

Meredith M. Ashton

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