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Lunes de papel /
EMILIA GUIJARRO

Empezamos las fiestas navideñas, y en todas las familias comienzan los preparativos de las fiestas, comidas, compras, visitas, regalos. En medio de este ajetreo hay un colectivo que sufre más que nunca, el colectivo de las personas cuidadoras. Las personas que tienen a su cargo a otras con dependencia, sobre todo si estas son muy mayores.

Un equipo de investigación de políticas sociales ha realizado un estudio sobre la influencia que tiene la función de cuidador en la salud, tanto física como mental. Este estudio, en el que se investigó la situación en la que se encuentran 1257 cuidadores principales, permitió conocer el perfil de las personas cuidadoras, obtener datos sobre cómo ven su salud y su nivel de carga y explorar posibles relaciones entre estos aspectos.

Estas situaciones se agravan en periodos de vacaciones, verano y Navidad. En estas fechas se agravan los problemas, que desembocan en situaciones, a veces dolorosas, para las personas cuidadas.

El problema de la dependencia no solo afecta a quien la padece

El fenómeno de la dependencia es uno de los grandes avances y un reto para las políticas sociales. Con el envejecimiento de la población, los expertos advierten que la enfermedad de Alzheimer alcanzará proporciones epidémicas para mediados de siglo, y creará cargas masivas e insostenibles en términos de costos de atención de salud, sobrecargas familiares, y millones de vidas perdidas trágicamente por una enfermedad devastadora, y eso no podemos perderlo de vista. El estudio aludido estima que las personas mayores que precisan cuidados de larga duración en el 84,9 % de los casos, es proporcionado por un familiar que dedicará la mayor parte de su tiempo a atender las necesidades de su familiar dependiente. Asimismo, el estudio define el perfil del cuidador habitual como una mujer casada con estudios primarios y de unos 60 años de edad.

Este perfil confirma lo que ya sabemos que la mujer es la principal responsable del cuidado de personas dependientes. El problema de la dependencia no solo afecta a quien la padece, sino a las «segundas víctimas» las que facilitan que esa persona dependiente pueda seguir viviendo dignamente. Los encuestados para el estudio hacen una valoración más negativa de su salud que la población general española; y aún una valoración más pesimista respecto a su salud mental.

En definitiva, la labor de cuidado puede mermar de forma importante la salud y el bienestar de los cuidadores. Esta realidad debe animarnos a reorientar los servicios sociales y comunitarios para no centrarlos únicamente en las personas receptoras de cuidados sino que también deben apoyar a las personas cuidadoras, porque sobre ellas recaen cargas extraordinarias. La Ley de la Dependencia, de la que se cumplen ocho años, trataba de paliar los efectos de estas situaciones, pero el colapso al que se enfrenta es otra conquista perdida del estado del bienestar.

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