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Con ánimo de discrepar /
VÍCTOR CASCO

Ya estamos de vuelta. Y estamos de vuelta en un momento trascendental: las encuestas avisan de la próxima quiebra del bipartidismo y en lontananza se vislumbra el debate sobre Cataluña y su derecho a decidir.

He oído decir a Rajoy que España es la nación más antigua de Europa… ¡Y yo que pensaba que era el Vaticano! Tenemos quinientos años, según afirma. Es decir, que nacimos contra los musulmanes y los judíos, cuando echamos al último moro y al último hebraico.

He oído decir a Mas que Cataluña es una nación, de toda la vida de dios. Su nación es más nación que la nación inventada por Rajoy. Y ambos, los dos, piensan que sus respectivas naciones solo tienen sentido «contra el otro».

Defiendo el derecho de los catalanes a decidir y por eso mismo yo votaría en contra de su independencia

Para los nacionalistas españoles (tan deprimentes, dicho sea de paso, como los nacionalistas catalanes, o los vascos, o los extremeños si los hubiese), junto a la expulsión de moros, moriscos y judíos, la otra gran fecha señera de nuestra historia es 1808. Se nos repite una y otra vez que allí nació la conciencia española por antonomasia. Es posible. Pero fíjense en las diferencias:

Francia tiene como hecho trascendental la revolución francesa contra el absolutismo y el inicio de la democracia. Italia lo tiene en su reunificación frente al imperio austrohúngaro, en los gritos de libertad… Y nosotros… y nosotros… en fin, y nosotros ponemos nuestro hecho trascendental  en la vuelta de la inquisición, en el vivan las caenas, en el misticismo y en el regreso del felón Fernando VII que previamente nos había traicionado.

Lástima que yo no sea nacionalista – ni español ni de ninguna clase -. No creo en las naciones. Me traen al fresco. Prefiero la República, por eso soy republicano: donde unos defienden la Nación trascendental y de origen divino, yo prefiero la Res Publica, la cosa pública, la sociedad donde son los ciudadanos los que deciden constantemente sobre todos los asuntos que les atañen.

Por eso mismo defiendo el derecho de los catalanes a decidir y por eso mismo yo votaría en contra de su independencia. No necesitamos más naciones, sino más internacionalismo.

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