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La estrategia de turismo se basa ahora en potenciar el 30º aniversario del título de Patrimonio de la Humanidad y su riqueza heráldica.

Pasamos página. Pasamos de la gastronomía y volvemos a las piedras. Las mismas piedras que otorgaron hace 30 años a Cáceres el título de Patrimonio de la Humanidad. Unas piedras que aguantan estoicas el paso del tiempo y que convierten la ciudad monumental en un auténtico paseo por el tiempo, gracias a la excelencia de su conservación.

Pasamos página, en definitiva, porque aunque el año gastronómico potenciado el turismo, lo cierto es que la capitalidad y sus actividades se ha desinflado en los últimos meses, hasta el punto de ofrecer una agenda de actividades mínima; como si les hubiera acabado el presupuesto dejando una serie de sinsabores (a falta de conocer los detalles, vía balance, de la afluencia de turistas a la capital cacereña).

Pero Cáceres no está descartuchada, ni mucho menos. Cáceres es un libro de historia escrito en piedra y sigue siendo una ciudad eminentemente turística a descubrir, redescubrir y reivindicar. Aunque ni nosotros mismos, a veces, somos conscientes de ello.

Y qué mejor que el 30º aniversario de su declaración como Patrimonio de la Humanidad, para sacar la onomástica a relucir y vender más la ciudad monumental, que el año pasado vio cómo su atractivo turístico se renovaba con la apertura del Palacio de los Golfines, y este año espera poder ser contemplada desde la Torre de las Cigüeñas.

Otros proyectos están en punto muerto, como las ruinas romanas del Mayoralgo.

Fue en 1986 cuando la Mesa del Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO, reunida en París, decidió otorgarle ese título a la ciudad, por su impresionante conjunto histórico, en el que se entremezclan obras representativas del arte mudéjar y del gótico a través de numerosos palacios, conventos y casas solariegas.

Un título que ha revolucionado en gran medida el desarrollo de esta ciudad, que fue una de las primeras en conseguir esa distinción. Una distinción cada vez más difícil de conseguir (y mantener) porque la UNESCO endurece sus condiciones progresivamente.

Riqueza heráldica

Portadas, torres, balcones y escudos son algunos de los múltiples elementos históricos que abrigan el paseo por el casco histórico. De estos elementos, es destacable la riqueza heráldica que hace que Cáceres sea la ciudad de los escudos, con más de 1.230 representaciones en las distintas fachadas.

Fachadas que se levantan en angostas calles, donde la despoblación persistente y la escasa masificación de turistas influye en el aspecto de ciudad fantasmal que algunos días se dibuja en intramuros.

El casco histórico es como un gran museo al aire libre donde apenas proliferan los negocios, y solo da cabida a algunos vecinos y a diferentes administraciones

El casco histórico es como un gran museo al aire libre donde apenas proliferan los negocios, y solo da cabida a algunos vecinos y a diferentes administraciones. Algo que apasiona a los visitantes, excepto cuando se topan con el WOMAD o el Mercado de las Tres Culturas.

La quietud que proyecta la parte antigua de Cáceres también se puede encontrar en otros cascos históricos de la región (como el de Plasencia), pero es complicado encontrarla fuera de Extremadura.

Pero a veces, a Cáceres le falta pulso. Los universitarios ya no pueblan esta zona, el colegio mayor Francisco de Sande lleva ya dos cursos cerrado (pendiente de su apertura) y apenas hay sedes culturales.

FITUR

Aquí conviven el patrimonio, la historia, la cultura… pero hay que saber difundirlo. Y eso no siempre han sabido encajarlo bien los regidores.

Cáceres sacó el mandil el año pasado para desplegar sus virtudes y vivir el frenesí en la Feria Internacional de Turismo (FITUR) con degustaciones, maridajes, presentaciones de productos y rutas gastronómicas.

El furor culinario ha permitido poner a Cáceres durante algunos meses en el objetivo. Programas como MasterChef (que rodó una entrega en la Plaza de San Mateo) y las recomendaciones de The New York Times o The Guardian han supuesto un espaldarazo para potenciar el turismo.

Cáceres es hoy la bandera del turismo extremeño, aunque —por alguna razón (presupuesto, año electoral…)— el viaje de la capitalidad gastronómica terminó en falso. Sin brillo.

Ahora, Cáceres espera volver a revalidar otro año de récord y venderse de nuevo en FITUR.

El día de ciudad en la cita internacional del turismo, que este año celebra su trigésimo sexta edición, se celebrará el viernes 22 de enero y la oferta de Cáceres, como en años anteriores, estará englobada en el pabellón de Extremadura.

Habrá que esperar aun para saber si este año viene cargado de actividades de cara a la celebración de esa onomástica, o si este aniversario pasará sin pena ni gloria para los cacereños y extremeños.

Cáceres cede el testigo a Toledo

El inicio de la Capitalidad Gastronómica de Toledo 2016, se oficializó el pasado día 11 en la Sala Capitular del Ayuntamiento de la capital castellano-manchega.

No obstante, las actividades y los platos fuertes de dicha capitalidad de este año, y que durante 2015 ha sido ostentada por la ciudad de Cáceres, no llegarán hasta el mes de febrero, toda vez que se haya presentado el programa desde el ‘stand’ que esta celebración tendrá en la Feria Internacional de Turismo (FITUR) a lo largo de esta semana.

Eduardo Villanueva /

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1 COMENTARIO

  1. Estimado Eduardo:

    Su artículo «Cáceres cuelga el delantal» me ha recordado tanto al que yo escribí hace unos meses (http://www.wazogate.com/caceres-patrimonio-de-la-humanidad/) que no sé qué pensar al respecto, porque ni siquiera me cita; algunas ideas pueden ser coincidentes, pero cuando el número de coincidencias es tan elevado… Creo que no está bien, pero espero su opinión al respecto. Un saludo.

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