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Si te viera Schopenhauer /
Sergio Martínez

Hace dos semanas escribí en este mismo espacio de la pérdida de peso de Cáceres con respecto a Badajoz en los últimos cinco años, y que poco a poco ha dejado a la ciudad muy lejos de esa capitalidad cultural honorífica que antes llevaba como bandera en Extremadura y, que incluso un día le hizo postularse como capital Europea de la Cultura aunque al final no se lograse. Desgraciadamente, la ciudad no sólo languidece en el plano de los festivales musicales sino que este mal también afecta a otras artes culturales. Pasemos revista.

Teatro. La programación de los últimos cuatro años en el Gran Teatro ha perdido identidad, más preocupado en ocasiones por la obsesión de la taquilla y no por la vocación de servicio público. Se han perdido ciclos como el de teatro contemporáneo tan necesarios como minoritarios, pero que permitían ver en Cáceres las últimas tendencias teatrales. Algo parecido ha ocurrido con el Festival de Teatro Clásico de Cáceres, que si bien aumenta en espectadores no así en calidad. En los dos últimos años para ver a las grandes compañías de clásico en España (Morfeo, Corsario, Teatro de Sevilla, Atalaya, Moroboria) el espectador ha tenido que buscar acomodo en Alcántara. Por el contrario, eventos como el Festival Internacional de Teatro y Danza Contemporáneo de Badajoz sigue aumentando su prestigio y repercusión. (Els Joglars, Els Comediants o La Fura del Baus no suelen faltar a la cita) Y que vamos a comentar del crecimiento de Mérida y su festival.

La cultura no sólo depende del Ayuntamiento de Cáceres, sino también del interés del comercio, empresarios y la sociedad civil

Letras. La feria del libro de Cáceres languidece, y no lo digo yo, lo dicen los libreros de la ciudad. Comparar la programación de la misma con la de la capital pacense es para caer en una depresión profunda y severa. Es cierto que allí la dirige la editorial Planeta pero es que aquí se decidió quitar a los libreros de la gestión. Además eventos como el Encuentro De Literatura Periférica no encontraron acomodo en la ciudad y se marcharon a Plasencia. Teniendo aquí la Universidad de Letras no se entienden estas decisiones.

Otras actividades. Pero la cultura no sólo depende del Ayuntamiento de Cáceres sino también del interés del comercio, empresarios y la sociedad civil en general. Quitando el trabajo incansable de asociaciones como Lemon y Coco, los aficionados al cómic y programadores musicales privados que aguantan estoicamente, la implicación es escasa. El intento de Noche en Blanco que tan buena marcha lleva en otras ciudades españolas, aquí se ha quedado en cutre. Y   por último, cuando ves la apuesta de los comerciantes de la calle Menacho por los ‘shopping days’ amenizados con todo tipo de actividades culturales, uno se pregunta ,¿ por qué no en Cáceres?

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