Lunes de papel /
Emilia Guijarro

Siempre que asesinan a una mujer nos reunimos en la plaza Mayor de Cáceres un grupo de mujeres y hombres que, entre campanada y campanada de las siete de la tarde, recordamos a la víctima del día, protestamos por la falta de medidas de protección a las mujeres víctimas de violencia de género, y pedimos que se incrementen los recursos destinados a este fin. Como nosotros en otras plazas de España se repite el mismo ritual. Breve pero intenso. Apenas cinco minutos para mostrar una dolorosa realidad.

Y este año de 2017 está siendo terrible, llevamos 16 mujeres asesinadas en dos meses, a falta de contabilizar alguna muerte más. Dieciséis encuentros con el mismo mensaje, pero llevamos años haciéndolo y las cifras del terror no disminuyen; desde 2003, 886 mujeres han sido asesinadas. Si los asesinatos son la punta del iceberg, cuántos episodios de violencia machista estarán viviendo muchas mujeres en nuestro país.

Contra esta violencia gratuita se realizó en Madrid, en 2016, una multitudinaria manifestación, en la que personas de toda España clamaron contra ella. Se llenaron las calles de voces y pancartas, pero a pesar del incremento de los casos de asesinato el gobierno no ha reaccionado y los fondos para el desarrollo de la ley han ido menguando en aras a una supuesta austeridad.

En la puerta del Sol hay 21 mujeres en huelga de hambre, para seguir llamando la atención sobre este sangrante problema, al que parece que la sociedad española no le está prestando toda la atención que la gravedad del asunto requiere.

Estas mujeres piden más facilidad para acceder a las casas de acogida, más plazas, más recursos económicos, en definitiva, más protección.Nada de eso sería necesario si la prevención primaria funcionase bien. Educación es la clave, hay que acabar contundentemente con la permisividad en los comportamientos machistas. Es horrible que un personaje público como Lucas Hernández, jugador del Atletico de Madrid, sea condenado por pegarse con su novia, pero tanto o más lo es que las gradas de un estadio griten palabras de ánimo al agresor, como ya ocurrió en otra ocasión y no pasa nada.

Hay que educar a las jóvenes en que el amor no es algo que te haga sufrir, en el verdadero amor no hay sumisión sino igualdad y libertad. Pero algo pasa en el mundo y en Europa. Que un eurodiputado polaco, que cobra de nuestros impuestos, hablé de debilidad e inferioridad y de menos inteligencia de las mujeres en el Parlamento Europeo y no pase nada, es todo un síntoma.

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