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Cine /
EMILIO LUNA

El gran Willie Nelson homenajeó en 2008 a una Luisiana aún en proceso de reconstrucción tras los estragos que causó el huracán Katrina. «Intentan purificarnos», citaba parte del estribillo del cuarto corte de su álbum Moment of Forever. Pese a que algunos de sus temas intentaban captar la esencia del jazz de Nueva Orleans, su mirada iba más allá. A zonas más profundas, donde el progreso es una cuestión secundaria. Donde el pueblo vive y sobrevive con sus creencias como único eje. Bendita ignorancia si tiene como destino la esperanza. Cuando todo es tan primario, la corruptibilidad se convierte en una constante. Es por ello que es uno de los estados con más crímenes en poblaciones rurales de toda la nación. Algo que recoge en forma de ficción el novelista neorleano Nic Pizzolatto, el nuevo mecenas del neo-noir rural, que tras una exigua carrera literaria —varias historias cortas y una novela de éxito, Galveston (2010)— ha dado el salto a la televisión de forma estelar y donde ya le espera su primer guion para la gran pantalla, adaptando, precisamente, su única novela hasta la fecha.

Tras un par de libretos para la infravalorada The Killing (AMC), HBO tuvo claro que Pizzolatto debería ser uno de los estandartes del futuro del canal —ha firmado por un par de años—. De este modo nació True Detective, una antología sobre una serie de crímenes metapsicóticos en la zona sudeste de Luisiana y que en su primera temporada se centra en la investigación en un periodo de 17 años de dos detectives de homicidios. Con la firma de los ocho episodios de Pizzolatto, la labor en la realización se le encomendó a una de las promesas del cine estadounidense: Cary Fukunaga. Una apuesta segura que alcanza límites estratosféricos gracias al trabajo de los actores —y también productores— que dan vida a este serial. Un inhabitualmente contenido Woody Harrelson y un sensacional Matthew McConaughey, representan un dúo que se come la pantalla y donde el fondo de la historia no es más que un simple escenario que ejerce de testigo de esta prospección psicológica de dos personajes tan dispares como magnéticos.

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